jueves, 27 de diciembre de 2012

Hold My Hand.


Hoy hace una semana que se creara quizás el lazo más especial de toda mi vida. La unión de dos ideologías, dos corazones latiendo en uno solo. Al final, tomé la decisión y creedme, fue una de las más acertadas de mi vida.
 
Él había sido desde mis más tiernos principios un referente, un ídolo, un ejemplo a seguir. No sólo por su música, sino también por la fuerza de su espíritu, de sus convicciones. Y soñaba con poder llegar a ser como él algún día. Entender lo que sentía y por qué sonreía siempre a pesar de todo lo malo que pudiera pasarle. Era increíble. Pero, desgraciadamente, hará tres años que aquel sueño paró en seco. Al principio, no supe cómo sentirme. Pensar que había desaparecido y que no había tenido la oportunidad de preguntarle tantas cosas que siempre me habían llamado la atención de él... Era algo que yo no podía entender. Conforme pasó el tiempo, esa confusión se tornó dolor. Un dolor profundo nunca antes conocido por mí. Lloré (y lloro) porque, para mí, aquel hombre había significado más que un mito musical. Y le quería aun sin conocerle. Son esas cosas que pasan sin explicación muy pocas veces en la vida, supongo.

Tras darle muchas vueltas a qué podría hacer para rendirle mi pequeño homenaje, la idea llegó a mí como una ráfaga. Algo se encendió en mi corazón y hallé la respuesta. Y, por una vez en mi vida, no permití que el miedo me impidiera realizar una meta porque en esta ocasión sabía que, haciéndolo, cumpliría en parte mi gran sueño de estar más cerca de él.

Sé que casi nadie podrá comprender realmente lo que yo siento por él como para haberlo hecho finalmente. No es algo fácil de explicar ni para mí que tanto y tanto adoro expresarme mediante la escritura. Va más allá, mucho más. Más adentro del alma, más arraigado a mí que las raíces en la tierra. 

Me tatué su firma en el costado bien grande, con orgullo. Así, me permito ser su guía, sus ojos, y su vida ahora que ya no está.  

Va por ti, Gran Michael.



lunes, 10 de diciembre de 2012

Help me to move the world.


Hace un par de días, tuve una idea. No sabría decir si buena, o mala, o demasiado utópica, o bastante ingenua también. Pensé que quería cambiar el mundo. Sí, quería hacer algo que pudiera contribuir de alguna forma a que, poco a poco, ciertas cosas pudieran empezar a cambiar.

Todo comenzó a raíz de una desilusión (más). Las cosas estaban tomando un cariz que yo no deseaba así que, en vez de entristecerme o culparme, salí en busca de respuestas y me encontré con este proyecto. Al principio creí que era una tontería, que no serviría de nada y que incluso podría poner en juego mi vida. Pero, en ese momento, supe automáticamente que merecería la pena totalmente jugársela por algo así.

Creí conveniente consultarlo con varias personas que me dijeran cuáles eran sus opiniones acerca de mi iniciativa y el resultado fue increíble e inesperado. Aunque reticentes, me apoyaron. No con mucha convicción, ánimos, fe o esperanzas, pero lo hicieron. Quiero creer que motivados por la idea en sí y no por mi cabeza ya famosa por ser idealista.

A veces, hay que estar medio loco para plantearse cambiar algo y sobre todo tener ganas de hacerlo con la que está cayendo últimamente. Pero, para mí, creo que no podría haber elegido mejor momento. Es ahora y no después cuando las personas necesitamos una luz, algo que nos haga creer, que nos haga sacar el lado bueno (de haber alguno).

¿En qué consiste? Lo sabréis si llegara a buen puerto. De no ser así, os cedo el relevo.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Mystery.

Me gusta hablar del futuro aunque sepa que está demasiado lejos todavía, al menos el que yo deseo. Lo hago para no rendirme, para recordarme que tengo un sueño y que sigue ahí, que se merece una oportunidad. Pero creo ya tan poco en mí...
 
Para aquellos que no me conozcan, siempre he sido una persona “coleccionista de sueños”. Eso de soñar despierta, divagar, imaginar realidades que me gustaría que pasaran en un mañana, ha sido quizás una de mis salvaciones y de mis mayores entretenimientos tiempo atrás. Pero, últimamente, algo en mí no para de decirme que no lograré alcanzar todos esos sueños, que antes pereceré en el camino irremediablemente...
 
Sin embargo, cuando miro fotografías de ese destino que quisiera alcanzar, de repente puedo con todo, mi ilusión y mis esperanzas se acentúan y continúo planeando al detalle cada paso a dar hasta esa meta. Tan rápido me alegro, como tan rápido vuelvo a languidecer. Dicen que es porque me encuentro desencantada con muchas cosas, y sobre todo con muchas personas. También me dicen que me aferre a mis sueños cuando algo vaya mal, que aproveche esa frustración para intentar darle una vuelta de tuerca a mi situación.
 
Sí, suena fácil, pero para una persona como yo, acostumbrada ya a asirse de su sufrimiento como morfina para tranquilizarse, es algo todavía demasiado difícil de cambiar. No obstante, sé que necesito hacerlo. Cambiar esa parte de mí para que deje de consumirme, y de interponerse en mis anhelos. Sé que tengo que dejarme ayudar, dejar que los que me rodean se sientan útiles aportando su granito de arena a ese proyecto.
 
Para quienes (mal)gastéis vuestro tiempo en leer cómo se queja una chica como yo, supongo que ya estaréis acostumbrados a este constante aire de melancolía que acompaña a casi todas mis actualizaciones. No lo hago a propósito, si os lo habéis preguntado alguna vez, simplemente me sale así. A veces, parece que me encuentro triste, o mal, o incluso que deseo dar pena o algo parecido cuando escribo, pero es de esta manera, tan aparentemente taciturna, de la única que yo concibo una buena reflexión.
 
Y creo que hoy, habiendo soltado lastre contando esto, he hecho un gran avance :).

martes, 13 de noviembre de 2012

Me quedo con lo mejor.

Ahora, aquí, es el momento perfecto para decir cómo me siento. Lo estaba esperando. Y te preguntarás por qué. Bien, ha llegado la hora.

Esta historia comenzó hará tres años, aproximadamente. Yo llegaba nueva a la Universidad con un año de retraso y no conocía a nadie. Sin embargo, a los dos días en el autobús, conocí por pura casualidad a una muchacha que también estaba en mi clase y que ese día había llegado tarde. Comenzamos a hablar tímidamente, a juntarnos cada día de manera automática. Sin preguntarnos por qué. Pues bien, esa amistad que comenzara en un autobús, terminó siendo algo más que eso. Era fuerte y dura, a veces creíamos que era indestructible incluso... Nada más lejos de la realidad, me temo.

Por circunstancias que no veo importantes de mencionar aquí, aquella relación que antaño nos había mantenido a salvo de cualquier dificultad e injusticia, se estaba debilitando con el paso de los días. Al principio me pareció imposible y me dedicaba a negarlo. Nos amábamos pero no como las parejas, sino como algo distinto. Es difícil de entender, pero así era o así fue. No voy a negar mi culpa en ello, que existe y es bastante. Pero tampoco negaré la suya ni la excusaré.

Tras muchas oportunidades concedidas por mi parte y muchos desprecios y desconfianzas por la suya, hace un par de días que todo aquello acabó. Finalmente, terminó tal y como se podía pronosticar desde hace un año hasta ahora. Y me da por preguntarme si es que acaso no me conocía, si compartí esos años de mi vida con una persona diferente a la que yo creía que era. Ahora, esas son preguntas que no sé si quiero responderme ya.

Respecto a cómo me siento, en fin, no puedo decir que mal, pero tampoco que bien. He decidido quedarme de entre todo lo malo, con lo mejor de ella. Pienso que hice lo correcto, que aunque fallé sé que mi fondo fue bueno al igual que mis intenciones y no me arrepiento de nada de lo que vivimos. Para mí, su presencia en mi día a día me enseñó muchas cosas de la amistad, incluso de las relaciones sociales y lo considero un placer de coincidencia.

Ya no va a volver y ahora veo que es lo mejor para ambas. Quizás ella piense que la odio, que le guardaré rencor, o que la olvidaré. Yo digo que esta historia ha pasado a formar parte de mí, por representar un hermoso y valioso tiempo aprendiendo a su lado.

Va siendo hora de continuar. Good luck & I love you, S.

martes, 6 de noviembre de 2012

You Can Fly.

Te das cuenta de que es el camino correcto cuando no te imaginas haciendo algo mejor de lo que en ese momento estás haciendo. Te sientes lleno, pleno, realizado. Durante unos segundos te sientes inalcanzable, insuperable, como los grandes héroes de las películas que al final siempre acaban consiguiendo lo que un par de horas antes parecía casi imposible.
 
No, no me encuentro en ese punto si es lo que ya estabas sospechando, pero no te creas que ando muy lejos de él. Poco a poco todo va tomando forma, se va haciendo más firme, más sólido, más real también. Y si hago una visión retrospectiva hacia atrás es casi un poco difícil de creer lo relativamente fácil que ha sido llegar hasta aquí. ¿Y sabéis qué ha marcado esa diferencia? Su presencia. Es cierto, él me ha devuelto esas ganas para seguir con el proyecto de vida que siempre había tenido en mente y, no sólo eso, sino que además lo compartimos. No me diréis que eso no se puede considerar una perfecta naranja.
 
Pero obviamente, esto conlleva un esfuerzo por ambas partes. Conlleva ahorrar mucho, planificarlo todo al mínimo detalle y durante mucho tiempo para que salga lo mejor posible. Pero tenemos fe y, sobre todo, muchas ganas. Este es el comienzo de algo que va más allá de la vida cómoda, consumista y dependiente que siempre hemos llevado. Eso es lo que lo hace especial, supongo.
 
Ahora que sé que existe alguien que en ese sentido piensa igual que yo, no tengo miedo de aventurarme, incluso de perderme. Y no me explico cómo pude aparcar algo así. Conociéndome como me conozco, seguramente fuera porque parecía tan utópico y se me hacía tan cuesta arriba... Pero quien algo quiere, algo le cuesta así que es hora de empezar.
 
Esto ya no es un sueño, comienza a ser realidad.

sábado, 27 de octubre de 2012

Bon Voyage.

En este viaje que ahora comienzo, no dudes que te extrañaré. Tus ojos negros brillantes, tus abrazos inocentes, todo eso viajará conmigo de ahora en adelante. Te has convertido en un recuerdo (otro más) de ese ayer que tantas sonrisas me ha arrancado, pero así lo quisiste y así lo respetaré yo.
 
Podría odiarte, pero bien sabes (¿lo sabes?) que no soy así. Por mucho que quisiera hacerlo, me sería imposible. Ni tú ni yo nacimos para esta situación, pero supongo que hay que acostumbrarse. Y poco a poco voy pensando que no te conozco, y cada día que pasa menos. Por ello pienso que tampoco me conocías tú a mí. No sé dónde has ido a parar, pero espero que sea un buen sitio o que, al menos, a ti te haga feliz.
 
¿Que si he llorado? Sí, mucho. ¿Que si seguiré haciéndolo? Bueno, hasta donde el cuerpo aguante. Realmente, desconozco qué me va a deparar el destino ahora que no te tengo a ti ni para averiguarlo, ni para compartirlo. Pero es lo que toca, pasar página, avanzar aunque haya sido a la fuerza y con un final tan inesperado.
 
¿Qué dirán de nosotras ahora que ya no hay un nosotras? A veces me lo pregunto. Mucha gente me ha dicho ya algo que siempre había pensado, que éramos como hermanas, inseparables, formando parte la una de la otra. Y, aunque no debería, en el fondo lo sigo creyendo. Porque esa clase de cosas no sólo pasan pocas veces en la vida, sino que es algo que, a mi parecer, no se puede cambiar tan fácilmente. No sé tu opinión pero, por no desencantarme, prefiero seguir suponiendo que también lo crees.
 
Por momentos quisiera poder juzgarte, despreciarte de tal manera que pudiera mitigar mi dolor, pero sé que nada de lo que dijera malo de ti sería verdad y, si lo fuera, actuaría como si no. Supongo que es mi manera de justificarme a mí misma el por qué de que no vuelvas. De que no vuelva todo aquello que un día no muy lejano fuimos.
¿Por qué pareces haberlo olvidado todo? ¿En realidad hallas más felicidad sin mí que conmigo? No me lo creo, porque entonces tendría que aceptar que me hubieras mentido durante todo este tiempo y sé que tú no eres así, te conozco lo suficiente como para, al menos, saber algo así.
 
Sin embargo, y siendo egoísta yo por una vez, he llegado a la conclusión a lo largo de todo este tiempo de que no te mereciste aquellos años si todavía no has visto que yo sólo quería tu bien. ¿Que fallé? Sí, soy humana, al igual que tú. Pero te aseguro que el trasfondo fue bueno (o eso pretendí) siempre. Pero no lo voy a negar, continúo echándote de menos, L.


jueves, 25 de octubre de 2012

Happy Life to You.


Verás, no todos los días pasa algo como esto, ¿sabes? Pensar que simplemente por encontrarnos en el lugar adecuado, el día adecuado, hubiéramos tenido la oportunidad de chocarnos frente a frente cuando cientos de personas dedican su vida a perseguir este propósito, es tener suerte.

Hoy, además, se unen dos fechas importantes, cosa que disminuye el número de casualidades como esta. Un día tal como este nació en un punto del mapa un muchacho de ojos como el bosque, una persona destinada a dejar huella no sólo en la tierra que sus pies pisaran, sino en los corazones de aquellos que, alguna vez en su caminar, se hubieran topado con esos ojos que decía.

Entre mis más íntimos pensamientos, y en el devenir de los constantes y alborotados sentimientos que quisiera plasmar aquí, hoy hay un hueco dedicado a ti.

Hemos recordado nuestra historia desde sus comienzos una y otra vez, en cada ocasión sacando más conclusiones de pequeños matices que por entonces eran, suposiciones, y demás. Canciones, risas entremezcladas, ahora que lo pienso y veo con perspectiva, era obvio que algo como esto iba a terminar sucediendo. Supongo que es comprensible cuando dos almas encajan de forma tan increíble y, sobre todo, de manera casi instantánea.

Mas no es conveniente adelantar juicios, ilusionarse, o marcarse demasiadas expectativas. No porque pudiera acabar, sino porque es mejor disfrutar del viaje a medida que las pequeñas metas cotidianas se van superando, que ir en pos de algo que siempre estará en el horizonte. Y algo como lo que tenemos es obligado disfrutarlo a cada instante, ¿no crees?
 
Con estas pequeñas líneas te recuerdo lo muy agradecida que te estoy, y te reafirmo mi promesa de hacer de tu vida una increíble película. Te toca poner las palomitas.
 


miércoles, 17 de octubre de 2012

Tells the story.

Muchos todavía perseguían la meta de poderla al menos rozar. Muchos ya lo habían hecho y nadie más los volvió a ver, pero supongo que merecía la pena. Se dice que varios se aventuraron incluso a escribir sobre ello pero nadie sabe dónde se encuentran dichos textos. O si existen siquiera. Hay demasiadas leyendas como para que alguna sea cierta.

Era suave, recuerdo que contaban. Quizás como la seda, tal vez como el terciopelo. Una carretera de doble sentido por la naturaleza. Sólo de imaginársela habría puesto de rodillas a un rey de haberlo querido así. Era hermosa, o al menos así cuentan los artistas que podría haber sido. Casi como esculpida por los dioses del Olimpo, o una trampa mortal del azar si tenías la ventura (o la desventura, qué sé yo) de chocarte con ella.

Fue poseída, odiada, amada, y olvidada por tantos... Eso era algo que ya jamás cambiaría. Y sólo ella sabe la historia.

No tenía nada que ver con el amor, o la simple lujuria. No intentaba ganar nada, tan sólo dejar de perder. Llegó un punto en el cual llegó incluso a atentar contra lo más preciado que tenía, marcándolo como los presos escriben en la piedra cuánto llevan de condena. Y así, languideció.

Cambió de costumbres. Su nombre ya no era el mismo, sus movimientos tan insinuantes se habían vuelto toscos y poco elegantes. Por las calles de la ciudad se preguntaban si echaría de menos aquel pasado, aquel mundo de luces y sombras, aquellos olores y placeres que se podía permitir o mas bien, que le permitían. Mas dudo mucho que ella, habiendo sido lo que fue, piense ni un sólo instante en lo que dejó atrás.

Respecto a si era suave o no, bueno, lo sigue siendo. La piel de una persona es de las pocas cosas que jamás podrá cambiar. Por suerte.

viernes, 5 de octubre de 2012

Climbing.


No sé lo que me deparará el futuro, como supongo que casi nadie lo sabe. No sé si al final de mis días haya conseguido cumplir todos esos sueños que llevo guardando en una carpeta durante toda mi vida. Ni siquiera sé si este es el camino correcto para llegar hasta ellos, pero estoy tranquila. A veces, no necesito nada más que confiar un poco más en mí misma y otras todo viene solo. Pero todo llega, y eso es algo que he aprendido.

Últimamente, me estoy planteando cambios tanto físicos como mentales que no entraban en mis proyectos. Son más como locuras creativas puntuales que como algo meditado previamente. Quiero hacerlo, soltarme la melena, arriesgarme por un momento, por un día, por una vez. Sólo por esta vez pensar en mí, en lo que yo quiero, en cómo quisiera ser y cómo soy. Y me apetece hacerlo a mi manera, aunque falle, pero suena divertido.

Yo no soy de esas personas que intentan borrar el pasado, sino mas bien un deseo de aprender constantemente de él, de los errores, y de los aciertos. Yo no lo olvido, ni lo quiero archivar. Para mí no es algo de lo que avergonzarme, tampoco enorgullecerme, pero forma parte de lo que soy y eso es suficiente para respetarlo. Pero, al igual que digo esto, sé que la vida está formada por etapas y que esta ya va tocando a su fin. Supongo que la echaré de menos como es lógico pero si todo va bien, y hago las cosas como es debido, con total seguridad sé que no volveré a ella. A esto se le llama progreso. De ahí los cambios que decía.
 

jueves, 27 de septiembre de 2012

Premières gouttes de pluie.


Grito en silencio casi todo el tiempo y casi nunca te das cuenta. Lloro demasiadas veces y parece como si fuera algo normal o cotidiano. Callo más que hablo, tengo más heridas que cicatrices, pero no las ves. O no quieres verlas. Aún así no soy alguien débil.

Me gustaría que pudieras aprender a valorar y a percibir lo que tienes, a cuidarlo. Yo también sé que debería cambiar muchas cosas, pero al menos sé que he hallado un tesoro. Es obvio.

Escribo como último recurso porque sé que contártelo no va a traer nada bueno. Tan sólo hay que ver nuestros antecedentes. Un desastre. Pero el tiempo avanza y siempre queda en nosotros la esperanza de que mejore, de que pase, de que acabe. Pero permanece y ya no sé qué más debería hacer. Tal vez sonreírte, hacerte creer que nada puede afectarme, que no tengo complejos, que no tengo miedo a que me hagan daño una y otra vez. Eso sería lo mejor, supongo.

Siempre he sido una persona muy caprichosa, egoísta, e injusta. Veía la paja en el ojo ajeno y no en el mío, veía los errores de los demás antes que los míos y los juzgaba como si pudiera hacerlo, y así durante todos estos años. Pero en mi fuero interno me conozco lo suficiente como para saber que si lo hice no fue para herir, sino para enseñar todo aquello que yo jamás voy a aprender. Y no ha servido para nada por lo que veo.

Yo no estaré siempre para decirte qué debes hacer porque después de todo, solamente soy una persona más como tú y como cualquier otro, y tengo unos límites de pensamiento. Si no eres capaz de apreciar lo que se te ha otorgado será que no lo mereces, o que no estás preparado aún. No lo sé.

Estoy cansada de luchar yo sola, pero no dudes que lo seguiré haciendo a pesar de todo eso. A pesar de los repetidos golpes, de las continuas caídas, y de los constantes esfuerzos, continuaré. No me queda otra y dentro de lo que cabe creo que es la mejor opción. Y no lo hago por el qué dirán, o por las críticas, o por hacer creer al mundo que he perdido porque de ser así no sé quién habría ganado. Lo hago por mí, como casi todo lo que hago. Porque sé que yo, si me fallo, será por una buena causa o por lo que creo.

Pero yo seguiré gritando en silencio y tú seguirás sin (querer) darte cuenta.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

One Way.


Esta es la verdadera vida de un viajero, de transporte en transporte para llegar a casa. El mismo trayecto de siempre. Nada nuevo, aunque siempre resulte maravilloso, casi como si lo viera todo por primera vez ya sea por las vistas, la temperatura o el propio ánimo.

Creo que aquí, en la vida del autobús, la carretera y los cambiantes viajeros desconocidos es donde más inspiración y más magia hallo a lo largo de un día normal. Quizás sea porque dentro de estas cuatro paredes móviles no parece haber tiempo ni destino. Nada ha de tener fin.

Observo a la gente que, en cada ocasión, me acompaña en el viaje. Su ropa, sus peinados, sus caras, los gestos que hacen. Oigo sus voces, sus risas, cómo hablan entre ellos o por teléfono, los objetos que portan… Mirándolos a todos y a nada en particular. Y me pregunto hacia dónde irán y por qué, si los volveré a ver algún día futuro y no necesariamente en el mismo autobús que la primera vez. Me pregunto si los reconocería.

Algunos rostros me serán familiares, otros peculiares, su música, cómo corren para no perder el ritmo de sus vidas… En fin, llevo desde los 15 años prácticamente sobre este hogar con ruedas. He visto (casi) de todo; lugares, personas, historias… Pero esta vida no es gratuita. Para poder valorar realmente este ecosistema hay que pagar un precio que te aseguro, merecerá la pena pagar sólo por poder estar aquí, vivos, dirigiéndonos hacia no se sabe dónde. ¿Qué mejor destino que ese?

lunes, 17 de septiembre de 2012

Dichiarazione di intenti.

Ahora siento que, por fin, estamos preparados para lo que tenemos. Para afrontarlo y cuidarlo cada día, porque hemos aprendido el valor que tenemos juntos y lo que seríamos por separado. Ya nada hay más atrás de ti y de mí, de nosotros. Ningún pasado al que culpar, nadie a quien odiar, ni de lo que arrepentirse. Hemos llegado a la meta y es hora de cambiar de objetivos.

Siempre he creído que las grandes historias llegaban de la mano de pequeños detalles. La pequeña llama en la que nadie repara y que luego consume el bosque. Una idea en el margen del papel de una libreta, las letras de las canciones que no parábamos de escuchar, ¿lo recuerdas?. Ahí está nuestro cuento.

Parece como si hubiera sido ayer y todavía no me lo creo. Y sé que, ante todo, tengo mucho que agradecerte porque si somos lo que somos, y si alguien le dio la oportunidad a este sentimiento, fuiste tú. Con la de veces que me hiciste reír, que sin conocerme sabías cómo hacerme feliz. Con la de promesas que nos hicimos siendo aún dos completos desconocidos. Del abrazo que hizo de prólogo y de todo lo que llegó después. Gracias.

El tiempo tan pronto se acelera como frena en seco. Las charlas en el asiento de tu coche a oscuras, o con el olor de tu piel inspirándome para desnudarte mi alma, o tus besos para callarme si hablo demasiado. Ellos son mi punto y aparte. Ni una acción queda sin su reacción, ninguna declaración de amor si su correspondiente sonrisa con los ojos que desembocan en un tenue y casi inocente “Y yo”.

Amarte es poco comparado con lo que siento por ti. Pero te quiero abrir una ventanita a mi alma por la cual puedas colarte los días que haga frío, o cuando no sepas volver a tu casa. Como la brisa, produciéndome un leve cosquilleo reconfortante y lleno de tranquilidad. Ese eres tú, todo naturaleza y naturalidad, silencios y palabras dichos en respiraciones.

Me hace grande saber que estarás ahí, aunque no te pueda ver. Que volveré a bajarme del autobús y que me abrazarás como si hiciese años desde la última vez. Que acariciarás mi piel cuando veas que me pongo triste y consigas hacer que me olvide de todo.

Compartimos un sueño y es este. Lo hemos logrado. ¿Por qué no cuidarlo? Creo que esto es lo menos que podría hacer por ti, para agradecértelo, para mostrarte el amor que te tengo y que entres por él.

martes, 11 de septiembre de 2012

Cause I've been thinking about forever


Una mente no es fácil de entender, ni siquiera la de uno mismo. No, definitivamente esa es la menos entendible de todas. Vivimos intentando constantemente averiguar qué es lo que está pasando por nuestros pensamientos, qué los provoca, qué los activa. Y al final siempre terminamos más perdidos y confusos de lo que empezamos.

Dicen que tengo un súper poder porque he conseguido con el tiempo aprender muchos de los entresijos de una mente normal humana. Sus costumbres, incluso sus posibles reacciones. Pero aún así, el comportamiento humano es algo que, seguramente, jamás logre ser controlado. De todas formas sigue resultando extremadamente interesante su mera observación.

No soy nada ni nadie de otro mundo. Tampoco me considero alguien especial por pensar demasiado. Simplemente, me intriga y entretiene prestar atención a las actitudes de la gente que camina a mi alrededor. Todos tenemos algún aspecto más raro de lo habitual sin lo cual dejaríamos de ser únicos. Supongo que este es el mío.

Lo sé, soy complicada por eso mismo. A veces pienso que no sé ni hacerme entender, ni entender a nadie. Tal vez sea por el cansancio generado a partir de mis investigaciones. Apenas nada me sorprende y es tal mi falta de energía que muchas veces me limito a poner el piloto automático y a dejar que el devenir del tiempo y sus acontecimientos guíen por mí la jornada del día. Suena vacío pero en ocasiones puede resultar lo menos que relajante.

Nadie nos dijo cuando nacimos cómo era esto de vivir, así que por esa misma regla de tres todas las formas de hacerlo son igualmente respetables. No nos convierte ni en mejores, ni en peores, tan sólo en seres diferentes. Eso es algo que aún me queda por aprender de entre tantas otras cosas, o eso quiero creer.

Una mente no es fácil de entender, ni siquiera la mía. No, definitivamente esta es la menos entendible de todas.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Ready, Set, Go!


Con el paso del tiempo he ido perdiendo la ilusión por los pequeños placeres de la vida. Escribir, la música, todo eso antes significa mucho para mí. Pero a fuerza de malas rachas, disgustos, y preocupaciones, he abandonado lo que más me llenaba. Y hoy me arrepiento.

Me hice este blog pensando que volverían aquellas ganas por contar mil cosas, que nada habría cambiado para mí y que seguiría llegando la inspiración como si no tuviera un fin ni un límite, pero desgraciadamente me equivocaba. Aquí no hay más culpable que yo por haberme dejado llevar hacia lo negativo y ahora no sé salir de él.

He vivido demasiadas cosas, las suficientes como para haber aprendido algo o para haberme dado cuenta de que esta actitud no me iba a llevar a ninguna parte. Y ahora descubro que todo ha sido perder el tiempo una y otra vez, como en una especie de bucle del que no parezco querer salir. Y me siento cada día más estúpida, y más inmadura.

Pero no voy a culpar a nadie de lo que yo misma he provocado. Podría habérmelo tomado todo de otra forma, y no lo hice. Podría haber dicho otras cosas, o haber hecho otras tantas por evitar muchas desilusiones y muchas discusiones con mucha gente, y no hice nada. Me quedé callada esperando que todo se olvidara y ahora me doy cuenta que soy yo quien no deja pasar todos mis errores.

Escribo esto porque necesito contarlo, necesito pasar página finalmente. Por mi bien y por el bien de quienes estén o lleguen a mi vida. Esto no es avanzar, esto no forma parte de mi filosofía, ni de mis ideales, ni mucho menos de mis principios. Esto es todo lo que siempre he condenado de los demás. Y por eso creo que va siendo hora de eliminarlo, y sé que la mejor forma de hacerlo es esta, como siempre lo ha sido y espero que siempre lo sea.

El pasado es una pesada losa que a muchos nos puede influir incluso en el presente. Y no debería ser así. El pasado es una etapa, como el presente es otra y el futuro otra y, queramos o no, son etapas independientes. Todas forman una existencia pero no tienen por qué condicionarse las unas a las otras y eso es algo que, cuando antes entendamos, más problemas nos evitaremos.

Soy Angharad Vandom Minnet, y este es el comienzo de algo nuevo. Si resultará bien o mal, no lo sé, pero al menos he tenido el corage de intentarlo.

lunes, 13 de agosto de 2012

Rear Seats.

Ya es de noche. Seguramente dormirás con tu pelo revuelto, la boca entreabierta y esa expresión tan inocente. A saber qué estarás soñando, si es que sueñas ahora mismo. De vez en cuando te moverás por el calor o la agitación de tu mente, respirarás. Tu pecho se llenará y vaciará como la más hermosa curva que, dormido, puedes tener en tu cuerpo.

Hoy no entraba en mis planes escribir. Es más, estoy cansada, casi se me consiguen cerrar los ojos (lo más probable es que en el próximo intento lo logren) y no ha sido un día especial salvo, irónicamente, por este momento. Esta entrada, estas ganas mías de hablar sobre ti.

Recuerdo aquel día rozando ya Abril, hace relativamente poco tiempo atrás. Recuerdo el frío de aquella mañana, tantas caras desconocidas, tanto y tan poco que hacer que resultaba demasiado confuso. Recuerdo cómo poco a poco fueron pasando las horas, como una película esperando su final. Te recuerdo allí mas sé que ya no eres aquel.

Has crecido de la forma más difícil y más valiosa que puede hacerlo una persona: Por dentro, Niño Perdido. Y ha sido por ti, porque no te conformaste con asentir frente a las imposiciones, porque tus simples ansias de conocimiento y tu afán de superación hicieron de ti el observador perfecto. Sí, te he llamado Niño Perdido como los de Nunca Jamás, ¿recuerdas? Realmente, ¿quién no está perdido actualmente por ahí? ¿Quién quisiera encontrarse ahora?

Volviendo a nuestra historia y siguiendo con el orden cronológico de ella, recuerdo aquel día rozando por entonces Junio. El tiempo no se había frenado y nuestro cuento había comenzado ya a escribir sus primeras líneas en ese transcurso. Días trasnochando a causa de la risa, días ausentes creando intriga. Días. Y, de repente, esa palabra llegó en su versión singular. Llego El Día. ¿Habíamos jugado lo bastante bien nuestras cartas para ganar, o no había servido para nada? Hoy, con nuestra relación, queda respondida esa pregunta.

A partir de entonces, muchos pensamientos, charlas en el coche de madrugada, paseos por el parque, atardeceres, estrellas fugaces, patatas fritas, mariposas, besos esperando a que los semáforos nos dejaran pasar, arañazos, kilómetros y coche, lágrimas y carcajadas han pasado. Tuyas y mías. Nuestras. Compartidas, unidas, y complementarias al mismo tiempo.

No sé si agradecerte que me hayas hecho partícipe de tu vida, o suplicarte que no dejes de formar parte de la mía. Sea como sea, hay algo por lo que dar gracias y es por esto. El aquí y el ahora que durará de aquí hasta la eternidad. ¿Estás conmigo?

viernes, 6 de julio de 2012

Stop & Stare

Causo polémica. Aun si solamente me dedicara a existir, seguiría siendo así. Creo que ya forma parte de mi vida, casi como si fuera una prolongación de lo que soy.

Todo cuanto digo, hago, o pienso, siempre es motivo de los más dispares comentarios y habladurías sobre mí. De hecho, conforme va pasando el tiempo, mi creencia de que se trata de una mera forma de tangibilizarme se acentúa.

Normalmente existen dos cosas que permanecen constantes. La primera, poseo algún tipo de fama que exactamente desconozco cuáles son sus bases y su origen pero que no cesa de aumentar y, lo segundo, es que las personas que alimentan dicho fuego son la mayoría detractores. Otro aspecto del cual no poseo la respuesta.

Todo de mí está puesto en tela de juicio: Mi pasado, mi presente, lo que quisiera para mi futuro, mi manera de pensar, incluso mi forma de amar. Absolutamente todo es analizado, me atrevería a decir que diariamente, en busca de lo que supongo que será algún pero. Eso contando con el “factor sorpresa” que supone la capacidad de imaginación que muchos ponen en práctica cuando esos “errores” se demoran en aparecer, partiendo de la más inocente ignorancia sobre el blanco al que creen apuntar, en este caso yo.

No niego que, en ocasiones, este asunto se me antoja de lo más irónico e hilarante. Mas donde aquí me ven, no soy persona demasiado aficionada a ser el centro de atención, aunque por mi carácter parezca todo lo contrario. Simplemente me dedico a ser yo, tal vez por eso resulte tan “impactante”. No necesito parecerme a nadie, ni disfruto copiando nada de lo que los demás hagan, o digan (si es cierto que esto último es, lo menos, inevitable dado el continuo trato). No hallo un macabro placer en hacer sufrir a las personas más que nada porque pienso -creo que acertadamente- que no soy quién para hacerlo. Y así podría continuar pero supongo que os hacéis una idea de lo que estoy queriendo decir.

No, no está entre mis planes el desmentir, o desmontar mas bien todo ese teatro. Si es divertido, o si alguno de sus componentes lo encuentra de tal modo, que deguste tranquilamente su creación pues yo no seré quien se lo vaya a impedir. Cada uno posee sus hobbies, y sus preferencias de ocio. Libres somos, al fin y al cabo.

Una persona no presume de ego si nadie se dedica a alimentarlo. Una calabaza gigante, o un gato muy gordo siempre es curioso de mostrar. ¿Por qué no hacerlo con la fama que tantos esfuerzos les está costando a esas personas escardar por mí? Qué menos que agradecérselo aunque no me sea de utilidad alguna.

¿Gracias?

lunes, 2 de julio de 2012

La mia risposta.


He perdido muchas cosas hasta llegar aquí, y quien dice “cosas” dice oportunidades, tiempo y personas sobre todo. Atrás quedan muchos momentos, decisiones mal tomadas o no tomadas, cosas que pudieron ser y no fueron por cientos de motivos, nombres importantes, fotografías...Por eso, por haber seguido adelante aun cuando se creía todo perdido, presiento que la trama de esta historia va a dar un giro radical. De hecho, ya lo está haciendo.

Ante todo, he de hacerme la primera y más importante pregunta si quiero que esto continúe y es, ¿qué tengo? ¿Con qué cuento? ¿Qué hay a mi favor? Muchas cosas, más incluso de las que yo calculo y muchas más de las que nadie cree. Tengo ganas, tengo tiempo por delante, tengo fe pero, sobre todo, tengo a alguien que hace que esas cosas se materialicen. Una persona cuya belleza interior y cuya paz ha convertido mi vida en un agradable paseo, en vez de en una lucha constante. Ahora, incluso soy capaz de mantener a raya mi carácter si le miro y me sonríe. Creo que muchos de nosotros deberíamos empezar a plantearnos el hecho de aprender de personas como Él.

No obstante, soy consciente de que, quizás, no hable tanto de ese capítulo de mi vida como en otra clase de situación habría hecho. Apenas le menciono, aun cuando no cabe duda de que hay mucho que contar y, probablemente, así haga poco a poco, ni siquiera he contado nuestro comienzo, ni cómo surgió todo. Ahora me pregunto si realmente es necesario puesto que no fue del todo como os podríais esperar, así pues os lo dejaré a vuestra imaginación que seguramente sea mucho más increíble que la realidad.

En fin, supongo que eso es lo bueno o, al menos, lo curioso de esta vida que llevamos. Todo, absolutamente todo, tiene la increíble y asombrosa capacidad de cambiar y, por lo tanto, de cambiarnos. Si esos cambios son favorables o no tanto, eso ya depende de cada uno :).

martes, 26 de junio de 2012

Fuego Acondicionado


¿Dónde quedaron las palabras, aquellas que me ayudaban a exteriorizar lo que sentía o simplemente lo que quería decir? ¿Dónde están aquellos momentos de inspiración fugaz que solamente se veían apaciguados con la escritura inmediata? La Leyenda que fui, ¿adónde fue?

Sigo teniendo aquel duende, aquellas ganas de contar cada segundo de mi vida pero algo sé que ha cambiado. Ya no soy la niña que veía en un folio en blanco un horizonte que rellenar de divagaciones y pensamientos absurdos y, muchas veces, repetitivos. Ni siquiera me llama la atención el hecho de que me podáis conocer más allá de lo políticamente correcto e introductorio que es el mundo de Internet. Ahora tan sólo me mueve el deseo de no permitir que el tiempo cause estragos en lo que yo considero mi don, que es este. Nada más.

Supongo que ya habré dicho todo lo que debía decir. Supongo que os defraudo en ese caso. En este tiempo, desde que comencé esta nueva etapa, digamos que no he querido plasmar más de lo necesario porque tenía demasiado miedo. Miedo a leer lo que por dentro estaba viviendo, a darme cuenta de todo lo que había y estaba perdiendo por momentos. Han sido -y siguen siendo- meses duros para mí, lo reconozco.

Se dan dos opiniones, antítesis la una de la otra y competitivas entre sí, acerca de mí a mi alrededor. Por un lado, la faceta inquisitiva y dictatorial, egoísta y egocéntrica. Por otro lado, valiosa, única, como una especie de salvadora, o de luz que guía. Me cuesta elegir a quién he de creer. A mis ojos todos tienen razón, mas comprendo que a vosotros os cueste entender cómo es eso posible.

También existen vacíos, huecos de sentimientos. El instante ese que sucede cuando los cañones de ambos bandos han gastado su munición y deben ser recargados. Ese punto muerto en el que no se está ni en paz, ni en guerra, sólo en silencio. Luego se vuelve al bombardeo pero, ¿se recuerda el motivo? Entonces, ¿por qué continúa la ira?

Cómo no, un texto mío que cambia de sentido conforme lo escribo. Comenzó siendo un grito de nostalgia a la escritora que creo que una vez fui, y termina siendo un lamento, como una especie de llamada a la cordura y la tranquilidad.

Sea como sea y un poco tarde, ¡Bienvenidos a mi Mundo!

martes, 5 de junio de 2012

Neverland

No es tan sencillo. A veces ni siquiera es tan complicado. No es algo que tenga base científica, ni tampoco una suposición. Simplemente un día ves que las cosas han cambiado. ¿Por qué? Tal vez sea por su naturaleza, o porque haya llegado el momento, o porque sí, sin más explicación. ¿De qué sirve un “por qué” si no va a solucionar el “por cuánto tiempo”?

Mientras que el día a día no para de cambiar, echar marcha atrás, rectificar y volver a cambiar, nosotros vivimos a un ritmo mucho más lento, asimilando de forma tardía lo que va sucediendo unos pasos más adelante nuestra. Vamos clasificándolo todo conforme nos ocurre según lo que creemos que es. ¿Nos lo merecemos, no nos lo merecemos? ¿Es increíble o se podía sospechar? ¿Es injusto o tiene lógica? Sea lo que sea lo que creamos saber, es incierto. Lo es por el simple hecho de que no tenemos realmente un control exacto de nuestras vidas, sino que solamente somos espectadores de ella, con algún que otro apunte a pie de página.

Una vida humana no solamente está influenciada por quien la vive, sino por las personas que se intercalan en esa experiencia. No es algo que cada uno tengamos con nosotros mismos, como una especie de secreto, sino mas bien como un hogar en el cual se transcurren muchas historias, y vienen a visitarnos muchas personas. Se le llama hogar porque tiene pasado, y se le llama casa cuando solamente tiene paredes.

Personalmente, apenas me sorprende ya nada. Quizás sea porque ya me lo puedo esperar todo, bueno y no tan bueno. Es más, quizás sea porque siempre intento llevarle la contraria a los cambios y voy un par de pasos por delante. Pero no puedo negar que hay momentos en los que digo y de manera muy orgullosa “me he equivocado totalmente”. Y lo hago con una sonrisa.

Ya veis, hace un tiempo (demasiado como para recordarlo) dejé de creer en algo. Pensar que podría existir y que me podría pasar a mí eran dos casualidades situadas en dos polos opuestos. Erré mucho, y aún hoy lo sigo haciendo constantemente cien mil veces al día, pero sé que no me equivoco si afirmo que no es tan sencillo, pero que tampoco fue tan complicado. Solamente era cuestión de tener paciencia, y de fijarse en los matices :)

viernes, 25 de mayo de 2012

Tan sólo sonríeme.

Que nada es para siempre, que el tiempo siempre pasará, y que la vida tiene la capacidad para sorprendernos en cualquier momento, son cosas que ya sabíamos perfectamente tú y yo. Y, aun sabiéndolo, aun teniendo claro que era una locura seguir luchando contracorriente y que apenas nada, por no decir nada, estaba de nuestro lado, seguimos hacia delante.

Cada día me pregunto lo mismo desde hace ya bastantes años. ¿Por qué? Por qué vivir lo vivido, quién decidió que esas historias formarían parte de nuestro carácter y por qué, cansados y desencantados como estamos, continuamos aquí. Yo escribiendo esto, y tú leyéndolo. Qué motivos tenemos hoy para sonreír, y por qué preferimos eso a llorar. Por qué no somos débiles si a eso nos ha ido acostumbrando el devenir de las cosas. Sería la justificación perfecta, y tendría sentido y lógica.

Sin embargo, si tan parecidos somos, entonces no me equivocaré si digo que ciertamente, hemos sido conscientes de la vía fácil que teníamos siendo víctimas de un pasado cruel. Teníamos la solución más sencilla, y la más acorde a la sociedad de intereses en la que nos movemos. ¿Por qué no coger ese camino entonces? Porque, afortunadamente, donde hubo una caída, también hallamos una lección. Aprendimos a cómo no se debe caer, a no cometer los mismos errores. Hicimos fuertes nuestras rodillas y manos de tanto golpear el suelo con ellas. Pero, además, nuestra mente y nuestro sistema de principios se vio fortalecido casi por obligación. De no haber sido así, ¿qué habría sido de nosotros? ¿Habríamos acabado siendo marionetas, presas, o relegados en este mundo? Quién sabe.

No proseguiré este texto diciéndote los típicos consejos de rigor que ambos dos sabemos perfectamente. No hablaré más del pasado que lo justamente necesario para hacerte ver lo mucho que te admiro, y también lo mucho que me reflejo en tus ojos con cada palabra que dices. No te diré cuán especial resulta compartir una rutina junto a alguien que, no sólo se ha sentado frente a mí y ha escuchado mi historia, sino que como respuesta a dicha historia me ha contado la suya como queriendo decirme “Te entiendo. Mira, esto es lo que soy. ¿Lo ves? ¿Me ves?”. No hace falta porque creo, que ya lo he hecho.

sábado, 19 de mayo de 2012

Punto Muerto.


No sé muy bien el motivo o conjunto de ellos que me han traído de nuevo aquí, frente a lo que antaño fue mi más fiel compañero, y mi más apasionada amante, el teclado y la escritura. Tampoco sé con exactitud qué venía a decir, si es que tuviera algo relevante que contar. ¿Por qué he regresado entonces? Porque extrañaba esto, cada palabra que pudiera decir, cada sensación que eso me trajese. Echaba de menos llorar de emoción y reír mientras mis dedos se deslizaban sobre las teclas, y mi mirada permanecía fija en las letras que iban surgiendo en la pantalla. Esas cosas que, como puedes ver, hace tiempo ya que no sentía.

Sinceramente sé que no me puedo quejar. Supongo que esto es lo que quiere todo el mundo, ¿no? Una vida tranquila que pasar, en mi caso en una eterna e imperecedera soledad. Días que ver nacer y morir sin el tiempo suficiente como para amarlos y echarlos en falta, como para escribir su historia. Básicamente una vida que no se vive, tan sólo se espera a que venga el fin.

Ahora, ni siquiera la música consigue suavizar el vacío que siento cuando pienso que, por mucho que crea, y que cree, nadie podrá valorarlo con una sonrisa o una crítica, nadie se quedará hasta las tantas conversando conmigo de mis pasiones, ni de mis fallas. Y de las palomitas, ¿quién saboreará la sal de esas palomitas una tarde cualquiera sentado a mi lado? O del centro de la ciudad. ¿A quién le diré yo que me encanta el color que se apodera de esas calles cuando se hace de noche? Exactamente, tú lo has dicho, a nadie. Vaya novedad y más viniendo de mí, válgase la ironía.

En fin, tan sólo era para dar señales de vida, que no parezca que sonrío menos, ni que lloro más aunque esa sea la verdad y no haya por qué ocultarla.


domingo, 15 de abril de 2012

I wouldn't mind


¿Por qué aún nadie parecía haber visto la verdadera valía que en su corazón habitaba? ¿Por qué todavía no había visto a nadie referirse al maravilloso brillo de sus ojos? Tan serio y callado, a veces empezaba a pensar que era de piedra. Otras reía, como si fueran dos personas totalmente diferentes en un mismo cuerpo. También era capaz de desaparecer, como si nada fuera lo suficientemente importante para él, y luego pedía perdón porque realmente podía afectarle.

Jamás aprendí a pintar, no sé fotografiar. Tampoco podría captarlo en una grabación, pero me había empeñado en que tenía que hablar sobre él. Contarle al mundo entero cómo era él, aunque así me estuviera exponiendo a que otra mucha gente pudiera ver lo especial que era y que me olvidara. Pero todo fuera por ser fiel a mis convicciones, así que ya me conocéis... ¿Qué mejor manera que esta?

Cuando no se conoce a una persona, o no lo suficiente, siempre se tiende a compararla con alguien que sí conocemos, y luego terminar de completar el puzzle con las piezas que faltan. Pegando de aquí y de allá, como si tuviéramos ese don, como si eso pudiera ser posible. Generalizamos porque no aceptamos que cada persona es un reto, un mundo aparte, con sus miedos, sus manías, sus puntos débiles y sus fortalezas. Él, al igual que todos nosotros, también tiene su historia, su pasado, y un puñado de sueños que quisiera cumplir. ¿Por qué no escucharle?

En el fondo de mi pequeño ser, asustado y casi desconfiado hacia mis semejantes, había captado esa pizca de magia al instante de ver aquella mirada. Lo sentí como una leve conexión, como un chispazo, como el sonido que se escucha cuando algo encaja en otro algo. Y, quién sabe, quizás fuera fruto de mi imaginación, algo aniñada y distraída como siempre, que se entretenía en jugar al escondite cuando yo más desanimada estaba. Pero yo debía saber quién era él, conocerle, meterme en su mini mundo en el que no mucha gente podía entrar. Era mi reto, y ya tenía por lo que sonreír.

En algún punto de nuestra amistad, dejé de tener plena consciencia del tiempo cuando hablaba con él. En ocasiones su silencio podía alargarse durante horas, y otras tan sólo era cuestión de minutos. Imprevisible, casi como si se estuviera burlando de mí. Yo me limitaba a seguir sus extrañas pautas, quizás por el miedo a que se aburriera y, una vez más, se volatilizara en el aire. Pero, curiosamente, seguía allí cada vez que abría los ojos, él seguía de pie frente a mí. Me preguntaba si no tendría dónde ir, quien le acompañara, o simplemente quien, contrariado por la dureza infantil que irradiaba su mirada, instintivamente rodeara su cintura con los brazos..

Se atropellaba al hablar. Decía muchas cosas en muy poco tiempo, casi como si tuviese miedo de olvidarse, o como si quisiera acercarme más a él. Y es curioso porque, entre tantas otras historias de las que alcancé a escucharle, supe que habían sido crueles con él. Él no lo decía en voz alta, tan sólo recopilaba capítulos, instantes, con personas y en escenarios muy dispares, pero era obvio que lo pensaba. Lo sé porque su voz se tornaba ausente, parecía como si aquello que contaba no fuera su vida, su pasado, o sus problemas. Luego, bruscamente cambiaba de tema, sonreía y comenzaba a desvariar. Era gracioso y, al mismo tiempo, confuso de ver. No tiene una personalidad que me sea familiar, ni siquiera podría catalogarle, o definirle. Él es especial, lo supe prácticamente desde que lo vi, pero con el tiempo había empezado a valorar más otras cosas, otros aspectos. Precisamente aquellos que casi nadie desea conocer, que muy pocos ven en una persona. Descubrí que lo que más valía de él no eran las apariencias, sino el inmenso corazón que poseía, sus buenas intenciones, su deseo por creer en los demás.

A veces, ¡qué tonta! Pienso que, quizás, sea por eso por lo que yo entré en su vida, a trompicones y sin mucho que decir salvo lo típico. Para recordarle, si no cada día de vez en cuando, lo mucho que le hacía falta a este mundo alguien como él. Quizás por eso mi camino y el suyo se tuvieron que encontrar un día cualquiera de Abril. Quizás por eso escribí esto. Porque aún nadie parecía haber visto la verdadera valía que en su corazón habitaba.

viernes, 13 de abril de 2012

Quei colori...


Un caleidoscopio de colores que, tras agitarlo suavemente, muestra cientos de miles de combinaciones diferentes que se pueden crear con tan sólo unas pocas bolitas de colores en su interior. Como un laberinto de fantasía que jamás podrías dejar de observar, esperando el momento exacto en el que se repitiera la secuencia. Buscarle un fallo, probar que no es tan increíble como parece, deshacer su mito... Quizás yo sea algo así, parecida a otras muchas personas pero tan imposible de catalogar, de zanjar. Diferente a lo semejante y semejante al mismo tiempo, ¿quién lo podría entender? ¿Quién querría hacerlo? Tan sólo es un juego, una forma de matar el tiempo.

Y te preguntarás de dónde habrá podido salir algo así, o quién estaría tan loco como para dar con la fórmula de algo tan sencillo, curioso y complejo como un caleidoscopio. Yo creo que, quien debiera haberlo inventado, debía ser un genio.

Pero ya cosas así no ilusionan porque, al no entenderlas, todo el mundo tiende a no querer solucionarlas, a ponerse a prueba ellos mismos. Y lo terminan metiendo en una caja que, más tarde, adornará otra esquina del trastero. Así pues digamos que soy un juguete más cubriéndose de polvo en una estantería. Pero no porque esté roto, sino porque dejé de interesar, de divertir. El rompecabezas se decidió que era demasiado dificultoso como para continuar intentándolo.

Sin embargo, su magia, su misterio, su truco no morirá con el olvido, ni pasará con las estaciones. Quedará sumido en su sueño tan profundo que se asemejará a la muerte, pero es tan sólo un eterno sueño que podría terminar siempre y cuando alguien deseara resolverlo. Unas manos que investiguen cada parte, cada elemento en su particularidad, que una las piezas y que descubra el secreto. No es difícil, siempre que dichas manos sean acompañadas de cierto toque de optimismo e ilusión. Tan sólo hay que retroceder atrás en el tiempo, cuando era la inocencia quien guiaba nuestros actos y sentimientos. Jugar por el simple deseo de divertirse en soledad.

Ahora, por un instante, os invito a que me acompañéis, a que juguéis conmigo a imaginar. Imaginad que yo, si yo, soy ese caleidoscopio. ¡Qué locura! Antes lo he conjurado bajito pero seguramente no lo hayáis percibido. Pensad por un mínimo y breve instante que yo soy tan extraña como ese objeto. ¿Por cuántas manos habré viajado, cuánta gente se habrá rendido conmigo? ¿Por qué no preguntármelo directamente? Si hubo alguien que halló en dicho truco algo más especial de lo normal. ¿Quién sabe, es mejor saberlo? ¿Por qué no probar suerte? ¿Hay algo que perder, entonces?

sábado, 3 de marzo de 2012

Apprentice's Lessons.

Como en todo oficio, llega un punto en la trayectoria profesional de una persona en la cual decide dar por zanjado todo, puesto que ya no hay más montaña que subir, ni más metas que coronar. Lo que era posible alcanzar se alcanzó, así que llega el momento de ceder el puesto a aquellos que, tras de uno, encauzan su camino hacia la misma cima en la cual se estuvo un día.

Siempre se tenderá a comparar la actuación de uno mismo con aquellos que están en proceso de formación. Siempre diremos que fuimos mejores, y olvidamos que nosotros también caímos y fallamos en incontables ocasiones a lo largo del trayecto, y quizás por eso hayamos terminado convirtiéndonos en leyendas. ¿Quién sabe si esos, por ahora aprendices, algún día lleguen a ser igual o incluso más inolvidables e irreemplazables que nosotros?

Les cuento esto y sé que muchos pensarán “¿Cuántos años debe tener esta chica para atreverse a meterle mano a un tema como la jubilación?”. Tengo 20 años, si es eso lo que desean saber. El por qué les hablo hoy de algo así es porque el término “jubilar” para mí no sólo tiene connotaciones profesionales reales, es decir, que ocurren en el mundo laboral. Personalmente yo también siento que he estado desempeñando un puesto de trabajo a lo largo de mis todavía escasos 20 años. He sido, y sigo siendo, aprendiz de la vida. Pupila de la felicidad, de la realización personal. Para mí aún me queda mucho que aprender para llegar algún día a ser verdaderamente como deseo ser. Pero también considero que, a diferencia de muchas otras personas de mi edad, yo he tenido una misión. Era tan sencilla y llana como servir de guía, por llamarlo de alguna forma no tan “seria” a lo que he venido aportando hasta el momento, de toda aquella gente que por diversos motivos se hubieran quedado en un estado de standby en su vida, y no supieran cómo avanzar.

Muchas personas me han preguntado por qué no tenía amigos, por qué no me interesaba conservarlos, por qué no reunía a un grupo de muchachos y muchachas de mi edad con los que salir de aquí para allá sin rumbo ni finalidad fija. A todos ellos si están leyendo esto, o si llegaran algún día a hacerlo, hoy es vuestro día de suerte. Me explico:

Un maestro puede trabar amistad con sus alumnos, pero tarde o temprano surgen las trabas. No son niveles semejantes, aparecen las diferencias en cuanto a personalidad, mentalidad y objetivos. Reír en compañía está bien, charlar de cientos de cosas durante un tiempo, pero no se ha de olvidar que el maestro está ahí para enseñar, y el alumno para empaparse de dichas lecciones. ESE es el cometido principal. Lo demás puede darse también, pero no está planeado, ni es obligatorio.

Conmigo sucede algo parecido. Lo único que diferencia a un verdadero maestro de mí es que él cobra, recibe algún tipo de remuneración por sus clases magistrales y yo no. Yo las doy por “amor al arte” que se dice. He hallado mi peculiar vocación de tanta investigación acerca de los sucesos que me han ido ocurriendo, las cosas que he ido descubriendo por mí misma y las que he ido sacando de viejos libros, información de muy diversas fuentes y demás. Mi misión es enseñar, por lo tanto no puedo considerar “amistades” a casi ninguno de mis alumnos porque, al final, ellos pasarán de nivel, madurarán, acabarán su formación y volarán. Siempre hay excepciones, también he de reconocerlo al igual que digo todo lo anterior. En muy contadas ocasiones se puede dar con alguien lo realmente interesante y con el suficiente potencial como para seguir manteniendo esa amistad aun después de que ya no necesite aprender nada más de mí.

Mas remontándome al inicio de este escrito, llevo ya tiempo madurando la opción de “jubilarme”. He ayudado a mucha gente, y ese orgullo me llena por completo, pero a veces pienso que, tal vez, me haya descuidado demasiado con el tiempo, y apenas sé qué necesito, qué quiero ni a lo que puedo aspirar en un futuro. Ellos no van a regresar porque para un maestro ante todo está su dignidad, su integridad, y por muy bien que haya guiado a sus pupilos, nunca verá a ninguno de ellos lo suficientemente preparado como para enfrentarse a una empresa de ese calibre. Así pues ahora he de preguntarme...¿Qué harás, pequeña Caza Palabras?