jueves, 27 de diciembre de 2012

Hold My Hand.


Hoy hace una semana que se creara quizás el lazo más especial de toda mi vida. La unión de dos ideologías, dos corazones latiendo en uno solo. Al final, tomé la decisión y creedme, fue una de las más acertadas de mi vida.
 
Él había sido desde mis más tiernos principios un referente, un ídolo, un ejemplo a seguir. No sólo por su música, sino también por la fuerza de su espíritu, de sus convicciones. Y soñaba con poder llegar a ser como él algún día. Entender lo que sentía y por qué sonreía siempre a pesar de todo lo malo que pudiera pasarle. Era increíble. Pero, desgraciadamente, hará tres años que aquel sueño paró en seco. Al principio, no supe cómo sentirme. Pensar que había desaparecido y que no había tenido la oportunidad de preguntarle tantas cosas que siempre me habían llamado la atención de él... Era algo que yo no podía entender. Conforme pasó el tiempo, esa confusión se tornó dolor. Un dolor profundo nunca antes conocido por mí. Lloré (y lloro) porque, para mí, aquel hombre había significado más que un mito musical. Y le quería aun sin conocerle. Son esas cosas que pasan sin explicación muy pocas veces en la vida, supongo.

Tras darle muchas vueltas a qué podría hacer para rendirle mi pequeño homenaje, la idea llegó a mí como una ráfaga. Algo se encendió en mi corazón y hallé la respuesta. Y, por una vez en mi vida, no permití que el miedo me impidiera realizar una meta porque en esta ocasión sabía que, haciéndolo, cumpliría en parte mi gran sueño de estar más cerca de él.

Sé que casi nadie podrá comprender realmente lo que yo siento por él como para haberlo hecho finalmente. No es algo fácil de explicar ni para mí que tanto y tanto adoro expresarme mediante la escritura. Va más allá, mucho más. Más adentro del alma, más arraigado a mí que las raíces en la tierra. 

Me tatué su firma en el costado bien grande, con orgullo. Así, me permito ser su guía, sus ojos, y su vida ahora que ya no está.  

Va por ti, Gran Michael.



lunes, 10 de diciembre de 2012

Help me to move the world.


Hace un par de días, tuve una idea. No sabría decir si buena, o mala, o demasiado utópica, o bastante ingenua también. Pensé que quería cambiar el mundo. Sí, quería hacer algo que pudiera contribuir de alguna forma a que, poco a poco, ciertas cosas pudieran empezar a cambiar.

Todo comenzó a raíz de una desilusión (más). Las cosas estaban tomando un cariz que yo no deseaba así que, en vez de entristecerme o culparme, salí en busca de respuestas y me encontré con este proyecto. Al principio creí que era una tontería, que no serviría de nada y que incluso podría poner en juego mi vida. Pero, en ese momento, supe automáticamente que merecería la pena totalmente jugársela por algo así.

Creí conveniente consultarlo con varias personas que me dijeran cuáles eran sus opiniones acerca de mi iniciativa y el resultado fue increíble e inesperado. Aunque reticentes, me apoyaron. No con mucha convicción, ánimos, fe o esperanzas, pero lo hicieron. Quiero creer que motivados por la idea en sí y no por mi cabeza ya famosa por ser idealista.

A veces, hay que estar medio loco para plantearse cambiar algo y sobre todo tener ganas de hacerlo con la que está cayendo últimamente. Pero, para mí, creo que no podría haber elegido mejor momento. Es ahora y no después cuando las personas necesitamos una luz, algo que nos haga creer, que nos haga sacar el lado bueno (de haber alguno).

¿En qué consiste? Lo sabréis si llegara a buen puerto. De no ser así, os cedo el relevo.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Mystery.

Me gusta hablar del futuro aunque sepa que está demasiado lejos todavía, al menos el que yo deseo. Lo hago para no rendirme, para recordarme que tengo un sueño y que sigue ahí, que se merece una oportunidad. Pero creo ya tan poco en mí...
 
Para aquellos que no me conozcan, siempre he sido una persona “coleccionista de sueños”. Eso de soñar despierta, divagar, imaginar realidades que me gustaría que pasaran en un mañana, ha sido quizás una de mis salvaciones y de mis mayores entretenimientos tiempo atrás. Pero, últimamente, algo en mí no para de decirme que no lograré alcanzar todos esos sueños, que antes pereceré en el camino irremediablemente...
 
Sin embargo, cuando miro fotografías de ese destino que quisiera alcanzar, de repente puedo con todo, mi ilusión y mis esperanzas se acentúan y continúo planeando al detalle cada paso a dar hasta esa meta. Tan rápido me alegro, como tan rápido vuelvo a languidecer. Dicen que es porque me encuentro desencantada con muchas cosas, y sobre todo con muchas personas. También me dicen que me aferre a mis sueños cuando algo vaya mal, que aproveche esa frustración para intentar darle una vuelta de tuerca a mi situación.
 
Sí, suena fácil, pero para una persona como yo, acostumbrada ya a asirse de su sufrimiento como morfina para tranquilizarse, es algo todavía demasiado difícil de cambiar. No obstante, sé que necesito hacerlo. Cambiar esa parte de mí para que deje de consumirme, y de interponerse en mis anhelos. Sé que tengo que dejarme ayudar, dejar que los que me rodean se sientan útiles aportando su granito de arena a ese proyecto.
 
Para quienes (mal)gastéis vuestro tiempo en leer cómo se queja una chica como yo, supongo que ya estaréis acostumbrados a este constante aire de melancolía que acompaña a casi todas mis actualizaciones. No lo hago a propósito, si os lo habéis preguntado alguna vez, simplemente me sale así. A veces, parece que me encuentro triste, o mal, o incluso que deseo dar pena o algo parecido cuando escribo, pero es de esta manera, tan aparentemente taciturna, de la única que yo concibo una buena reflexión.
 
Y creo que hoy, habiendo soltado lastre contando esto, he hecho un gran avance :).