domingo, 15 de abril de 2012

I wouldn't mind


¿Por qué aún nadie parecía haber visto la verdadera valía que en su corazón habitaba? ¿Por qué todavía no había visto a nadie referirse al maravilloso brillo de sus ojos? Tan serio y callado, a veces empezaba a pensar que era de piedra. Otras reía, como si fueran dos personas totalmente diferentes en un mismo cuerpo. También era capaz de desaparecer, como si nada fuera lo suficientemente importante para él, y luego pedía perdón porque realmente podía afectarle.

Jamás aprendí a pintar, no sé fotografiar. Tampoco podría captarlo en una grabación, pero me había empeñado en que tenía que hablar sobre él. Contarle al mundo entero cómo era él, aunque así me estuviera exponiendo a que otra mucha gente pudiera ver lo especial que era y que me olvidara. Pero todo fuera por ser fiel a mis convicciones, así que ya me conocéis... ¿Qué mejor manera que esta?

Cuando no se conoce a una persona, o no lo suficiente, siempre se tiende a compararla con alguien que sí conocemos, y luego terminar de completar el puzzle con las piezas que faltan. Pegando de aquí y de allá, como si tuviéramos ese don, como si eso pudiera ser posible. Generalizamos porque no aceptamos que cada persona es un reto, un mundo aparte, con sus miedos, sus manías, sus puntos débiles y sus fortalezas. Él, al igual que todos nosotros, también tiene su historia, su pasado, y un puñado de sueños que quisiera cumplir. ¿Por qué no escucharle?

En el fondo de mi pequeño ser, asustado y casi desconfiado hacia mis semejantes, había captado esa pizca de magia al instante de ver aquella mirada. Lo sentí como una leve conexión, como un chispazo, como el sonido que se escucha cuando algo encaja en otro algo. Y, quién sabe, quizás fuera fruto de mi imaginación, algo aniñada y distraída como siempre, que se entretenía en jugar al escondite cuando yo más desanimada estaba. Pero yo debía saber quién era él, conocerle, meterme en su mini mundo en el que no mucha gente podía entrar. Era mi reto, y ya tenía por lo que sonreír.

En algún punto de nuestra amistad, dejé de tener plena consciencia del tiempo cuando hablaba con él. En ocasiones su silencio podía alargarse durante horas, y otras tan sólo era cuestión de minutos. Imprevisible, casi como si se estuviera burlando de mí. Yo me limitaba a seguir sus extrañas pautas, quizás por el miedo a que se aburriera y, una vez más, se volatilizara en el aire. Pero, curiosamente, seguía allí cada vez que abría los ojos, él seguía de pie frente a mí. Me preguntaba si no tendría dónde ir, quien le acompañara, o simplemente quien, contrariado por la dureza infantil que irradiaba su mirada, instintivamente rodeara su cintura con los brazos..

Se atropellaba al hablar. Decía muchas cosas en muy poco tiempo, casi como si tuviese miedo de olvidarse, o como si quisiera acercarme más a él. Y es curioso porque, entre tantas otras historias de las que alcancé a escucharle, supe que habían sido crueles con él. Él no lo decía en voz alta, tan sólo recopilaba capítulos, instantes, con personas y en escenarios muy dispares, pero era obvio que lo pensaba. Lo sé porque su voz se tornaba ausente, parecía como si aquello que contaba no fuera su vida, su pasado, o sus problemas. Luego, bruscamente cambiaba de tema, sonreía y comenzaba a desvariar. Era gracioso y, al mismo tiempo, confuso de ver. No tiene una personalidad que me sea familiar, ni siquiera podría catalogarle, o definirle. Él es especial, lo supe prácticamente desde que lo vi, pero con el tiempo había empezado a valorar más otras cosas, otros aspectos. Precisamente aquellos que casi nadie desea conocer, que muy pocos ven en una persona. Descubrí que lo que más valía de él no eran las apariencias, sino el inmenso corazón que poseía, sus buenas intenciones, su deseo por creer en los demás.

A veces, ¡qué tonta! Pienso que, quizás, sea por eso por lo que yo entré en su vida, a trompicones y sin mucho que decir salvo lo típico. Para recordarle, si no cada día de vez en cuando, lo mucho que le hacía falta a este mundo alguien como él. Quizás por eso mi camino y el suyo se tuvieron que encontrar un día cualquiera de Abril. Quizás por eso escribí esto. Porque aún nadie parecía haber visto la verdadera valía que en su corazón habitaba.

viernes, 13 de abril de 2012

Quei colori...


Un caleidoscopio de colores que, tras agitarlo suavemente, muestra cientos de miles de combinaciones diferentes que se pueden crear con tan sólo unas pocas bolitas de colores en su interior. Como un laberinto de fantasía que jamás podrías dejar de observar, esperando el momento exacto en el que se repitiera la secuencia. Buscarle un fallo, probar que no es tan increíble como parece, deshacer su mito... Quizás yo sea algo así, parecida a otras muchas personas pero tan imposible de catalogar, de zanjar. Diferente a lo semejante y semejante al mismo tiempo, ¿quién lo podría entender? ¿Quién querría hacerlo? Tan sólo es un juego, una forma de matar el tiempo.

Y te preguntarás de dónde habrá podido salir algo así, o quién estaría tan loco como para dar con la fórmula de algo tan sencillo, curioso y complejo como un caleidoscopio. Yo creo que, quien debiera haberlo inventado, debía ser un genio.

Pero ya cosas así no ilusionan porque, al no entenderlas, todo el mundo tiende a no querer solucionarlas, a ponerse a prueba ellos mismos. Y lo terminan metiendo en una caja que, más tarde, adornará otra esquina del trastero. Así pues digamos que soy un juguete más cubriéndose de polvo en una estantería. Pero no porque esté roto, sino porque dejé de interesar, de divertir. El rompecabezas se decidió que era demasiado dificultoso como para continuar intentándolo.

Sin embargo, su magia, su misterio, su truco no morirá con el olvido, ni pasará con las estaciones. Quedará sumido en su sueño tan profundo que se asemejará a la muerte, pero es tan sólo un eterno sueño que podría terminar siempre y cuando alguien deseara resolverlo. Unas manos que investiguen cada parte, cada elemento en su particularidad, que una las piezas y que descubra el secreto. No es difícil, siempre que dichas manos sean acompañadas de cierto toque de optimismo e ilusión. Tan sólo hay que retroceder atrás en el tiempo, cuando era la inocencia quien guiaba nuestros actos y sentimientos. Jugar por el simple deseo de divertirse en soledad.

Ahora, por un instante, os invito a que me acompañéis, a que juguéis conmigo a imaginar. Imaginad que yo, si yo, soy ese caleidoscopio. ¡Qué locura! Antes lo he conjurado bajito pero seguramente no lo hayáis percibido. Pensad por un mínimo y breve instante que yo soy tan extraña como ese objeto. ¿Por cuántas manos habré viajado, cuánta gente se habrá rendido conmigo? ¿Por qué no preguntármelo directamente? Si hubo alguien que halló en dicho truco algo más especial de lo normal. ¿Quién sabe, es mejor saberlo? ¿Por qué no probar suerte? ¿Hay algo que perder, entonces?