¿Dónde
quedaron las palabras, aquellas que me ayudaban a exteriorizar lo que
sentía o simplemente lo que quería decir? ¿Dónde están aquellos
momentos de inspiración fugaz que solamente se veían apaciguados
con la escritura inmediata? La Leyenda que fui, ¿adónde fue?
Sigo
teniendo aquel duende, aquellas ganas de contar cada segundo de mi
vida pero algo sé que ha cambiado. Ya no soy la niña que veía en
un folio en blanco un horizonte que rellenar de divagaciones y
pensamientos absurdos y, muchas veces, repetitivos. Ni siquiera me
llama la atención el hecho de que me podáis conocer más allá de
lo políticamente correcto e introductorio que es el mundo de
Internet. Ahora tan sólo me mueve el deseo de no permitir que el
tiempo cause estragos en lo que yo considero mi don, que es este.
Nada más.
Supongo que
ya habré dicho todo lo que debía decir. Supongo que os defraudo en
ese caso. En este tiempo, desde que comencé esta nueva etapa,
digamos que no he querido plasmar más de lo necesario porque tenía
demasiado miedo. Miedo a leer lo que por dentro estaba viviendo, a
darme cuenta de todo lo que había y estaba perdiendo por momentos.
Han sido -y siguen siendo- meses duros para mí, lo reconozco.
Se dan dos
opiniones, antítesis la una de la otra y competitivas entre sí,
acerca de mí a mi alrededor. Por un lado, la faceta inquisitiva y
dictatorial, egoísta y egocéntrica. Por otro lado, valiosa, única,
como una especie de salvadora, o de luz que guía. Me cuesta elegir a
quién he de creer. A mis ojos todos tienen razón, mas comprendo que
a vosotros os cueste entender cómo es eso posible.
También
existen vacíos, huecos de sentimientos. El instante ese que sucede
cuando los cañones de ambos bandos han gastado su munición y deben
ser recargados. Ese punto muerto en el que no se está ni en paz, ni
en guerra, sólo en silencio. Luego se vuelve al bombardeo pero, ¿se
recuerda el motivo? Entonces, ¿por qué continúa la ira?
Cómo no,
un texto mío que cambia de sentido conforme lo escribo. Comenzó
siendo un grito de nostalgia a la escritora que creo que una vez fui,
y termina siendo un lamento, como una especie de llamada a la cordura
y la tranquilidad.
Sea como
sea y un poco tarde, ¡Bienvenidos a mi Mundo!