Grito en
silencio casi todo el tiempo y casi nunca te das cuenta. Lloro
demasiadas veces y parece como si fuera algo normal o cotidiano.
Callo más que hablo, tengo más heridas que cicatrices, pero no las
ves. O no quieres verlas. Aún así no soy alguien débil.
Me gustaría
que pudieras aprender a valorar y a percibir lo que tienes, a
cuidarlo. Yo también sé que debería cambiar muchas cosas, pero al
menos sé que he hallado un tesoro. Es obvio.
Escribo
como último recurso porque sé que contártelo no va a traer nada
bueno. Tan sólo hay que ver nuestros antecedentes. Un desastre. Pero
el tiempo avanza y siempre queda en nosotros la esperanza de que
mejore, de que pase, de que acabe. Pero permanece y ya no sé qué
más debería hacer. Tal vez sonreírte, hacerte creer que nada puede
afectarme, que no tengo complejos, que no tengo miedo a que me hagan
daño una y otra vez. Eso sería lo mejor, supongo.
Siempre he
sido una persona muy caprichosa, egoísta, e injusta. Veía la paja
en el ojo ajeno y no en el mío, veía los errores de los demás
antes que los míos y los juzgaba como si pudiera hacerlo, y así
durante todos estos años. Pero en mi fuero interno me conozco lo
suficiente como para saber que si lo hice no fue para herir, sino
para enseñar todo aquello que yo jamás voy a aprender. Y no ha
servido para nada por lo que veo.
Yo no
estaré siempre para decirte qué debes hacer porque después de
todo, solamente soy una persona más como tú y como cualquier otro,
y tengo unos límites de pensamiento. Si no eres capaz de apreciar lo
que se te ha otorgado será que no lo mereces, o que no estás
preparado aún. No lo sé.
Estoy
cansada de luchar yo sola, pero no dudes que lo seguiré haciendo a
pesar de todo eso. A pesar de los repetidos golpes, de las continuas
caídas, y de los constantes esfuerzos, continuaré. No me queda otra
y dentro de lo que cabe creo que es la mejor opción. Y no lo hago
por el qué dirán, o por las críticas, o por hacer creer al mundo
que he perdido porque de ser así no sé quién habría ganado. Lo
hago por mí, como casi todo lo que hago. Porque sé que yo, si me
fallo, será por una buena causa o por lo que creo.
Pero yo
seguiré gritando en silencio y tú seguirás sin (querer) darte
cuenta.