En
este viaje que ahora comienzo, no dudes que te extrañaré. Tus ojos
negros brillantes, tus abrazos inocentes, todo eso viajará conmigo
de ahora en adelante. Te has convertido en un recuerdo (otro más) de
ese ayer que tantas sonrisas me ha arrancado, pero así lo quisiste y
así lo respetaré yo.
Podría
odiarte, pero bien sabes (¿lo sabes?) que no soy así. Por mucho que
quisiera hacerlo, me sería imposible. Ni tú ni yo nacimos para esta
situación, pero supongo que hay que acostumbrarse. Y poco a poco voy
pensando que no te conozco, y cada día que pasa menos. Por ello
pienso que tampoco me conocías tú a mí. No sé dónde has ido a
parar, pero espero que sea un buen sitio o que, al menos, a ti te
haga feliz.
¿Que
si he llorado? Sí, mucho. ¿Que si seguiré haciéndolo? Bueno,
hasta donde el cuerpo aguante. Realmente, desconozco qué me va a
deparar el destino ahora que no te tengo a ti ni para averiguarlo, ni
para compartirlo. Pero es lo que toca, pasar página, avanzar aunque
haya sido a la fuerza y con un final tan inesperado.
¿Qué
dirán de nosotras ahora que ya no hay un nosotras? A veces me lo
pregunto. Mucha gente me ha dicho ya algo que siempre había pensado,
que éramos como hermanas, inseparables, formando parte la una de la
otra. Y, aunque no debería, en el fondo lo sigo creyendo. Porque esa
clase de cosas no sólo pasan pocas veces en la vida, sino que es
algo que, a mi parecer, no se puede cambiar tan fácilmente. No sé
tu opinión pero, por no desencantarme, prefiero seguir suponiendo
que también lo crees.
Por
momentos quisiera poder juzgarte, despreciarte de tal manera que
pudiera mitigar mi dolor, pero sé que nada de lo que dijera malo de
ti sería verdad y, si lo fuera, actuaría como si no. Supongo que es
mi manera de justificarme a mí misma el por qué de que no vuelvas.
De que no vuelva todo aquello que un día no muy lejano fuimos.
¿Por
qué pareces haberlo olvidado todo? ¿En realidad hallas más
felicidad sin mí que conmigo? No me lo creo, porque entonces tendría
que aceptar que me hubieras mentido durante todo este tiempo y sé
que tú no eres así, te conozco lo suficiente como para, al menos,
saber algo así.
Sin
embargo, y siendo egoísta yo por una vez, he llegado a la conclusión
a lo largo de todo este tiempo de que no te mereciste aquellos años
si todavía no has visto que yo sólo quería tu bien. ¿Que fallé?
Sí, soy humana, al igual que tú. Pero te aseguro que el trasfondo
fue bueno (o eso pretendí) siempre. Pero no lo voy a negar, continúo
echándote de menos, L.