sábado, 27 de octubre de 2012

Bon Voyage.

En este viaje que ahora comienzo, no dudes que te extrañaré. Tus ojos negros brillantes, tus abrazos inocentes, todo eso viajará conmigo de ahora en adelante. Te has convertido en un recuerdo (otro más) de ese ayer que tantas sonrisas me ha arrancado, pero así lo quisiste y así lo respetaré yo.
 
Podría odiarte, pero bien sabes (¿lo sabes?) que no soy así. Por mucho que quisiera hacerlo, me sería imposible. Ni tú ni yo nacimos para esta situación, pero supongo que hay que acostumbrarse. Y poco a poco voy pensando que no te conozco, y cada día que pasa menos. Por ello pienso que tampoco me conocías tú a mí. No sé dónde has ido a parar, pero espero que sea un buen sitio o que, al menos, a ti te haga feliz.
 
¿Que si he llorado? Sí, mucho. ¿Que si seguiré haciéndolo? Bueno, hasta donde el cuerpo aguante. Realmente, desconozco qué me va a deparar el destino ahora que no te tengo a ti ni para averiguarlo, ni para compartirlo. Pero es lo que toca, pasar página, avanzar aunque haya sido a la fuerza y con un final tan inesperado.
 
¿Qué dirán de nosotras ahora que ya no hay un nosotras? A veces me lo pregunto. Mucha gente me ha dicho ya algo que siempre había pensado, que éramos como hermanas, inseparables, formando parte la una de la otra. Y, aunque no debería, en el fondo lo sigo creyendo. Porque esa clase de cosas no sólo pasan pocas veces en la vida, sino que es algo que, a mi parecer, no se puede cambiar tan fácilmente. No sé tu opinión pero, por no desencantarme, prefiero seguir suponiendo que también lo crees.
 
Por momentos quisiera poder juzgarte, despreciarte de tal manera que pudiera mitigar mi dolor, pero sé que nada de lo que dijera malo de ti sería verdad y, si lo fuera, actuaría como si no. Supongo que es mi manera de justificarme a mí misma el por qué de que no vuelvas. De que no vuelva todo aquello que un día no muy lejano fuimos.
¿Por qué pareces haberlo olvidado todo? ¿En realidad hallas más felicidad sin mí que conmigo? No me lo creo, porque entonces tendría que aceptar que me hubieras mentido durante todo este tiempo y sé que tú no eres así, te conozco lo suficiente como para, al menos, saber algo así.
 
Sin embargo, y siendo egoísta yo por una vez, he llegado a la conclusión a lo largo de todo este tiempo de que no te mereciste aquellos años si todavía no has visto que yo sólo quería tu bien. ¿Que fallé? Sí, soy humana, al igual que tú. Pero te aseguro que el trasfondo fue bueno (o eso pretendí) siempre. Pero no lo voy a negar, continúo echándote de menos, L.


jueves, 25 de octubre de 2012

Happy Life to You.


Verás, no todos los días pasa algo como esto, ¿sabes? Pensar que simplemente por encontrarnos en el lugar adecuado, el día adecuado, hubiéramos tenido la oportunidad de chocarnos frente a frente cuando cientos de personas dedican su vida a perseguir este propósito, es tener suerte.

Hoy, además, se unen dos fechas importantes, cosa que disminuye el número de casualidades como esta. Un día tal como este nació en un punto del mapa un muchacho de ojos como el bosque, una persona destinada a dejar huella no sólo en la tierra que sus pies pisaran, sino en los corazones de aquellos que, alguna vez en su caminar, se hubieran topado con esos ojos que decía.

Entre mis más íntimos pensamientos, y en el devenir de los constantes y alborotados sentimientos que quisiera plasmar aquí, hoy hay un hueco dedicado a ti.

Hemos recordado nuestra historia desde sus comienzos una y otra vez, en cada ocasión sacando más conclusiones de pequeños matices que por entonces eran, suposiciones, y demás. Canciones, risas entremezcladas, ahora que lo pienso y veo con perspectiva, era obvio que algo como esto iba a terminar sucediendo. Supongo que es comprensible cuando dos almas encajan de forma tan increíble y, sobre todo, de manera casi instantánea.

Mas no es conveniente adelantar juicios, ilusionarse, o marcarse demasiadas expectativas. No porque pudiera acabar, sino porque es mejor disfrutar del viaje a medida que las pequeñas metas cotidianas se van superando, que ir en pos de algo que siempre estará en el horizonte. Y algo como lo que tenemos es obligado disfrutarlo a cada instante, ¿no crees?
 
Con estas pequeñas líneas te recuerdo lo muy agradecida que te estoy, y te reafirmo mi promesa de hacer de tu vida una increíble película. Te toca poner las palomitas.
 


miércoles, 17 de octubre de 2012

Tells the story.

Muchos todavía perseguían la meta de poderla al menos rozar. Muchos ya lo habían hecho y nadie más los volvió a ver, pero supongo que merecía la pena. Se dice que varios se aventuraron incluso a escribir sobre ello pero nadie sabe dónde se encuentran dichos textos. O si existen siquiera. Hay demasiadas leyendas como para que alguna sea cierta.

Era suave, recuerdo que contaban. Quizás como la seda, tal vez como el terciopelo. Una carretera de doble sentido por la naturaleza. Sólo de imaginársela habría puesto de rodillas a un rey de haberlo querido así. Era hermosa, o al menos así cuentan los artistas que podría haber sido. Casi como esculpida por los dioses del Olimpo, o una trampa mortal del azar si tenías la ventura (o la desventura, qué sé yo) de chocarte con ella.

Fue poseída, odiada, amada, y olvidada por tantos... Eso era algo que ya jamás cambiaría. Y sólo ella sabe la historia.

No tenía nada que ver con el amor, o la simple lujuria. No intentaba ganar nada, tan sólo dejar de perder. Llegó un punto en el cual llegó incluso a atentar contra lo más preciado que tenía, marcándolo como los presos escriben en la piedra cuánto llevan de condena. Y así, languideció.

Cambió de costumbres. Su nombre ya no era el mismo, sus movimientos tan insinuantes se habían vuelto toscos y poco elegantes. Por las calles de la ciudad se preguntaban si echaría de menos aquel pasado, aquel mundo de luces y sombras, aquellos olores y placeres que se podía permitir o mas bien, que le permitían. Mas dudo mucho que ella, habiendo sido lo que fue, piense ni un sólo instante en lo que dejó atrás.

Respecto a si era suave o no, bueno, lo sigue siendo. La piel de una persona es de las pocas cosas que jamás podrá cambiar. Por suerte.

viernes, 5 de octubre de 2012

Climbing.


No sé lo que me deparará el futuro, como supongo que casi nadie lo sabe. No sé si al final de mis días haya conseguido cumplir todos esos sueños que llevo guardando en una carpeta durante toda mi vida. Ni siquiera sé si este es el camino correcto para llegar hasta ellos, pero estoy tranquila. A veces, no necesito nada más que confiar un poco más en mí misma y otras todo viene solo. Pero todo llega, y eso es algo que he aprendido.

Últimamente, me estoy planteando cambios tanto físicos como mentales que no entraban en mis proyectos. Son más como locuras creativas puntuales que como algo meditado previamente. Quiero hacerlo, soltarme la melena, arriesgarme por un momento, por un día, por una vez. Sólo por esta vez pensar en mí, en lo que yo quiero, en cómo quisiera ser y cómo soy. Y me apetece hacerlo a mi manera, aunque falle, pero suena divertido.

Yo no soy de esas personas que intentan borrar el pasado, sino mas bien un deseo de aprender constantemente de él, de los errores, y de los aciertos. Yo no lo olvido, ni lo quiero archivar. Para mí no es algo de lo que avergonzarme, tampoco enorgullecerme, pero forma parte de lo que soy y eso es suficiente para respetarlo. Pero, al igual que digo esto, sé que la vida está formada por etapas y que esta ya va tocando a su fin. Supongo que la echaré de menos como es lógico pero si todo va bien, y hago las cosas como es debido, con total seguridad sé que no volveré a ella. A esto se le llama progreso. De ahí los cambios que decía.