No sé lo que me deparará el futuro,
como supongo que casi nadie lo sabe. No sé si al final de mis días
haya conseguido cumplir todos esos sueños que llevo guardando en una
carpeta durante toda mi vida. Ni siquiera sé si este es el camino
correcto para llegar hasta ellos, pero estoy tranquila. A veces, no
necesito nada más que confiar un poco más en mí misma y otras todo
viene solo. Pero todo llega, y eso es algo que he aprendido.
Últimamente, me estoy planteando
cambios tanto físicos como mentales que no entraban en mis
proyectos. Son más como locuras creativas puntuales que como algo
meditado previamente. Quiero hacerlo, soltarme la melena, arriesgarme
por un momento, por un día, por una vez. Sólo por esta vez pensar
en mí, en lo que yo quiero, en cómo quisiera ser y cómo soy. Y me
apetece hacerlo a mi manera, aunque falle, pero suena divertido.
Yo no soy de esas personas que intentan
borrar el pasado, sino mas bien un deseo de aprender constantemente
de él, de los errores, y de los aciertos. Yo no lo olvido, ni lo
quiero archivar. Para mí no es algo de lo que avergonzarme, tampoco
enorgullecerme, pero forma parte de lo que soy y eso es suficiente
para respetarlo. Pero, al igual que digo esto, sé que la vida está
formada por etapas y que esta ya va tocando a su fin. Supongo que la
echaré de menos como es lógico pero si todo va bien, y hago las
cosas como es debido, con total seguridad sé que no volveré a ella.
A esto se le llama progreso. De ahí los cambios que decía.
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