sábado, 9 de marzo de 2013

Tengo algo que contarte.


Descubre tu camino y no pares hasta encontrarlo. Si te cansas, si te pierdes, si no sabes cómo empezar, recuerda que todo viaje conlleva un primer paso y, si desconoces cuál es el tuyo, simplemente dalo. No lo pienses dos veces, sólo hazlo. Y habrás comenzado.

Siempre he creído que todos nacíamos con una misión, algo que hacer que cambiara las cosas o a las personas. Porque si no nacemos para dejar huella, ¿para qué lo hacemos? Hay mucha gente por el mundo, pero pocas personas. Hacer cosas malas es algo rutinario, se el cambio, haz algo bueno con lo que tienes y no me refiero a cosas materiales, sino a lo que vino contigo cuando todavía eras demasiado pequeño como para entenderlo.

Busca algo en lo que seas bueno, y se el mejor. Busca algo que te apasione, y crece. Porque avanzar puede ser un buen objetivo si el trayecto es divertido y, ante todo, productivo.

Cometerás errores, señal de que lo estás intentando. Empezarás a aprender pero poco a poco, no tienes prisa, si no toda una vida para lograrlo. Sufrirás, en ti se abrirán heridas, e inevitablemente también harás daño pero créeme, es necesario. Necesitas tocar el fondo para saber lo que no quieres, lo que te da miedo, y hasta dónde puedes llegar. Así determinarás tus límites, cosa que te será muy útil desde ese mismo momento en adelante.

Conocerás a muchas personas en tu vida y, sin saberlo, o sin quererlo siquiera, te van a ayudar con sus desprecios o aprecios. Te enseñarán todo aquello que no hayas podido aprender por tu cuenta. Y, al mismo tiempo, tú les estarás siendo de ayuda a ellos en su camino. Aunque no lo puedas ver, es así. Te enamorarás, desenamorarás, pelearás, reconciliarás, abrazarás, besarás, distanciarás pero créeme, es necesario porque irás delimitándote, creándote tu historia, tu persona, lo que has sido, eres y quieres ser.

Ser diferente es lo importante, innovar, no seguir a los demás, que no te marquen las pautas de tu trayecto. Ellos ya tienen el suyo, ten tú el tuyo hecho a tu medida. No te avergüences o arrepientas porque, ¡eh! Estás aprendiendo.

Y, sobre todo, viaja. Cuando puedas, viaja. Quizás no entiendas el por qué te digo esto, pero cuando me hagas caso y viajes y regreses a tu hogar te preguntaré si te sientes el mismo, si ha cambiado algo y, aunque no sepas responderme, me darás la razón.

Pero para hacer todo esto solamente hace falta un pequeño requisito. Levántate. Bien. Eleva un pie unos pocos centímetros del suelo de manera que quede la rodilla flexionada levemente. Ahora, ponlo unos centímetros por delante del otro, que se mantiene en el suelo. Bien.

Has dado tu primer paso.