Descubre tu camino y no pares hasta
encontrarlo. Si te cansas, si te pierdes, si no sabes cómo empezar,
recuerda que todo viaje conlleva un primer paso y, si desconoces cuál
es el tuyo, simplemente dalo. No lo pienses dos veces, sólo hazlo. Y
habrás comenzado.
Siempre he creído que todos nacíamos
con una misión, algo que hacer que cambiara las cosas o a las
personas. Porque si no nacemos para dejar huella, ¿para qué lo
hacemos? Hay mucha gente por el mundo, pero pocas personas. Hacer
cosas malas es algo rutinario, se el cambio, haz algo bueno con lo
que tienes y no me refiero a cosas materiales, sino a lo que vino
contigo cuando todavía eras demasiado pequeño como para entenderlo.
Busca algo en lo que seas bueno, y se
el mejor. Busca algo que te apasione, y crece. Porque avanzar puede
ser un buen objetivo si el trayecto es divertido y, ante todo,
productivo.
Cometerás errores, señal de que lo
estás intentando. Empezarás a aprender pero poco a poco, no tienes
prisa, si no toda una vida para lograrlo. Sufrirás, en ti se abrirán
heridas, e inevitablemente también harás daño pero créeme, es
necesario. Necesitas tocar el fondo para saber lo que no quieres, lo
que te da miedo, y hasta dónde puedes llegar. Así determinarás tus
límites, cosa que te será muy útil desde ese mismo momento en
adelante.
Conocerás a muchas personas en tu vida
y, sin saberlo, o sin quererlo siquiera, te van a ayudar con sus
desprecios o aprecios. Te enseñarán todo aquello que no hayas
podido aprender por tu cuenta. Y, al mismo tiempo, tú les estarás
siendo de ayuda a ellos en su camino. Aunque no lo puedas ver, es
así. Te enamorarás, desenamorarás, pelearás, reconciliarás,
abrazarás, besarás, distanciarás pero créeme, es necesario porque
irás delimitándote, creándote tu historia, tu persona, lo que has
sido, eres y quieres ser.
Ser diferente es lo importante,
innovar, no seguir a los demás, que no te marquen las pautas de tu
trayecto. Ellos ya tienen el suyo, ten tú el tuyo hecho a tu medida.
No te avergüences o arrepientas porque, ¡eh! Estás aprendiendo.
Y, sobre todo, viaja. Cuando puedas,
viaja. Quizás no entiendas el por qué te digo esto, pero cuando me
hagas caso y viajes y regreses a tu hogar te preguntaré si te
sientes el mismo, si ha cambiado algo y, aunque no sepas responderme,
me darás la razón.
Pero para hacer todo esto solamente
hace falta un pequeño requisito. Levántate. Bien. Eleva un pie unos
pocos centímetros del suelo de manera que quede la rodilla
flexionada levemente. Ahora, ponlo unos centímetros por delante del
otro, que se mantiene en el suelo. Bien.
Has dado tu primer paso.