martes, 28 de febrero de 2012

Mi pequeña espinita.


Por primera vez en este nuevo medio del que me he provisto, quisiera hablarles de Él. Quizás la primera y la última ocasión que tenga de decir finalmente todo lo que aún permanecía en mi corazón referente a su persona.

Todo era más perfecto cuando desconocía qué podía pasar mañana. Vivía al día, sin más sentimiento que el de superar los obstáculos que nos propusiéramos. Al menos aquello, ahora, resulta mucho más sencillo que todo esto. Pero no me permite avanzar, ¿saben? Por eso, quisiera desaprender en un segundo lo que en todo este tiempo fui aprendiendo de Él. Olvidar de qué color eran sus ojos siempre y cuando no rehuían los míos. Me gustaría saber qué fue para mí... qué fuimos exactamente. Si tiene un instante en su vida, quisiera preguntarle si todavía recuerda las promesas que hicimos a las tantas de la madrugada sin pensar. Justo cuando todo continuaba siendo sencillo y no había más discusiones que por lo cotidiano, que incluso se llegaban a convertir en algo divertido ahora que me da por pensarlo.

Y después de todo, ¿qué nos queda? Intento aceptar que aquella fue la primera y la última vez que podría abrazarle antes de que esto acabara. Y no, no me había parado a imaginar cómo podía ser un momento como este porque para mí aquello no iba a tener fin. Pero aquí está. Tal y como sé que lo planeó. Llegó, como el otoño y el invierno. Como más adelante llegará la primavera, el verano, y todo lo demás. Cuesta asumir algo así cuando no se tiene preparado dentro de un guión, cuando no hay nadie que te diga que va a pasar y que tienes que estar preparada.

Supongo que era mejor así. Aun cuando todavía sigue su nombre escrito en mi agenda, y nuestra historia intercalada entre los días y fechas con celeridad y casi a presión. Cuando veo su regalo sobre mi mesita de noche, su cara risueña, su intención misteriosa. O saco tiempo para sonreír una vez más con aquellas fotografías o al recordar vagamente la expresión de su cara por cada palabra que yo decía... Era una historia abocada al fracaso o al recuerdo eterno, ¿quién lo sabe ya?

Él me solía decir que no nos conocíamos, “¿recuerdas?” Pero aun a pesar de no conocernos, aquello dolió. No significó nada, no fue nada, pero se hizo difícil la despedida. Y es que por mucho que intentáramos sentir de menos, aquel fue nuestro tiempo, sólo nuestro. Y terminamos sintiendo de más, tomando decisiones no compartidas por intentar mejorarlo todo. Intento fallido, me temo.

Pero, aun a pesar de que ya toda la tormenta parece haber pasado, ese sentimiento sigue ahí, imperturbable e inamovible. Eterno para siempre. Una fugacidad constante de aquí al final del camino que me acompañará allí donde vaya. Un amor tan platónico como tormentoso, imposible y casi irreal. Cinco meses que, en su momento, no quise ver cuán importantes y especiales serían para mí en un futuro no tan lejano de aquel instante. Mas ahora ya sí lo puedo ver, ahora entiendo lo que se siente cuando te arrancan lo más preciado que posees de repente y sin previo aviso.

Yo ya no juzgo a nadie. Si se hizo bien, o mal. Si se podía cambiar el curso de las cosas, las circunstancias, la distancia. ¿Qué habría sucedido de ser yo la que apareciera ahora en esas fotografías en las que parece tan feliz? ¿Cuánto tiempo habría durado la pasión, la lujuria, y el deseo tan increíblemente potente que se desbordaba por nuestras miradas si había un mínimo contacto físico? Preguntas y más preguntas que se quedarán guardadas en ese espacio en el que antaño moraba un corazón. Ahora habitarán esos recuerdos suyos en él.

Ese es Él. Ni más, ni menos.

 

viernes, 24 de febrero de 2012

Changes.

Nunca había imaginado que llegaría un momento como este en mi vida. Un instante en el que, pasara lo que pasara, no sería capaz de borrarme la sonrisa de la cara. Y realmente no tengo motivos para sonreír, como tampoco los tengo para entristecer así que, si tengo que elegir, ¿por qué no elegir la opción buena?

Si pudierais ver todo cuanto llevo caminado antes de alcanzar este punto, no encontraríais punto común del que concluir mi forma de ser. Creeríais que soy más fría, o más tímida, más cerrada o más callada. Quizás un poco más triste que la mayoría, con demasiado miedo para alzar la voz...

A veces, al mirar al espejo, siento que si fuera así no habría gran diferencia. Unos grandes surcos morados los flanquean entre esos grandes guardianes que son las pestañas. El color en ocasiones pienso que con el tiempo se ha ido desdibujando, apagando, desvaneciéndose. Como un hermoso lienzo sobre el que alguien derramó demasiada agua sin querer y está cuarteado, y ya casi ni se puede apreciar lo que fue antaño.

Sin quererlo, una sonrisa aparece mientras escribo estos renglones. Ya se ha convertido en algo instantáneo, a fuerza de querer encender una luz donde la oscuridad reinaba. Un punto de sujeción que he tenido que desarrollar de la nada por la que comenzaba a caminar allá en el pasado mas ahora ya no me quejo. No me importa porque hoy estoy tranquila, y aunque no feliz, al menos sé que podría estar peor. La experiencia no deja de repetírmelo.

Quisiera pensar que lo que me atormentaba, ya no lo hará más. Que lo que me hería, hoy tan sólo dejó unas hermosas cicatrices en mi piel que mostrarán al mundo entero lo fuerte que llegué a ser frente a las adversidades. Me gustaría poder empezar de nuevo, aunque sé que eso es casi imposible, pero al menos volver a recobrar aquella ilusión por lo más cotidiano y simple. Sin miedo a que alguien me dijera que no, que me cortase las alas o que después me fueran a herir.

¿Quién sabe lo que pasará de ahora en adelante? Es una etapa nueva, con sus consecuentes cambios, altibajos, errores y logros como todo... Pero lo más importante es que es un proyecto NUEVO :)

sábado, 18 de febrero de 2012

Reflexiones a media tarde.


Siempre había creído que todo cuanto deseara podía ser posible. Que nada era imposible mientras no cayera en el error de pensar que así era. Quizás por eso siempre me haya encantado tanto soñar.

A muy temprana edad comencé a amar la música, a codearme con las letras, a sentir más por mi cuenta y menos por lo que me decían. Quise innovar, descubrir, avanzar aun a pesar de los muchos obstáculos que se interponían en mi camino una y otra vez, con insistencia. No podría decir a qué punto exacto he llegado, ni a qué puedo aspirar a partir de él, pero estoy orgullosa. Sí, tal vez me haya desviado de mi sendero demasiado, o quizás no sea así, pero actualmente lo único para lo que albergo orgullo es para lo que soy. Es creo que es algo bueno, ¿no?

Las estaciones pasan, el clima se vuelve frío y cálido conforme avanzan los días. El cielo tan pronto se cubre de nubes, como deja entrever el Sol. Otra vez el mismo olor a chicle de menta entre las capas de mi bufanda o los pellejitos en mis labios. Manos frías, punta de la nariz fría, pies fríos, como siempre. Hace mucho que no se me ve sonreír, ahora me doy cuenta. Había dejado de tener ilusión por todo, incluso por aquellos pequeños detalles que en el pasado tanto y tanto me inspiraban. ¿Por qué? Esa pregunta que no cesa de asaltar mi mente minuto tras minuto, tras días y tras meses.

Como todos alguna vez, me he preguntado qué he hecho mal y por qué en su momento no fui consciente de que así era. Echo mano de viejos y gastados refranes, dichos, frases de películas o de canciones, para intentar convencerme de que no había opción posible. Pero la realidad es otra cosa. Los actos tienen consecuencias, las consecuencias traen otras decisiones, y esas decisiones conllevan otras consecuencias y, al final de la vida, ¿qué hemos logrado? A traspiés ir yendo hacia delante. Por eso ningún árbol se parecerá a otro, por eso aunque las gotitas de agua a simple vista parezcan todas iguales, si te fijas bien verás que cada una tiene su forma, su ancho, su rapidez en resbalar.

Soy como un nexo entre personas, una escala en un vuelo, una estación de tránsito. Casi todo lo que pasa por mí es ajeno. Historias, sentimientos, problemas... Apenas nada puedo decir que sea mío. Empatía, dicen que se llama. Y cuando paro a preguntarme qué es lo que yo quiero, no sé qué responderme. Por eso siempre me dejo para el final. “Para cuando tenga tiempo”, digo. ¿Y cuándo tengo tiempo para mí? ¿Cuándo se considera “tiempo libre” para uno mismo?

Siempre había creído que todo cuanto deseara podía ser posible. ¿Por qué no lo iba a ser? ¿Era este una excepción?


viernes, 17 de febrero de 2012

Actitud de Luchadores


Sudor. Sudor por su cara, por su cuello, resbalando furioso por los poros de su piel, goteando por su mentón. Sudor y sangre por sus manos, temblorosas que sujetan el arma con fuerza, tanta que las yagas parecen arder bajo la empuñadura. Sangre en su labio a causa del frío y la ira, de la presión de la sangre que se bombea a rápida velocidad por sus venas. La ropa pasaba a ser piel y la piel pasaba a ser sudor.  Aquel sonido de la carne, del crujir de lo que esconde bajo ella, sus astillas, su dolor, sus aullidos. Esto eras tú.

Por más que huyas, e intentes escapar. Por más puertas que creas abrir, y otras que creas cerrar tras tras tu paso acelerado. Por más días que dure la paz, y por toda la sangre que eso cueste, por mantenerla constante e intacta...No trascenderá, lo sabes bien. El odio no sabe bien al paladar, pero sacia la sed de quien a él acude. Al igual que la venganza, tiene un precio para aquel que desea su alianza. Al principio resulta nimio para las argucias que te preparas, para los golpes que planeas asestar. Te imaginas el éxito, volver a recobrar la fama que todo el mundo había olvidado y ya nadie conocía de ti. Regresar a tu puesto en la cima, o a tu condenación como los demás gustaban de llamar. Esa era la mejor recompensa a unas altas exigencias, condiciones, salvedades. No se borrará mientras tú no dejes que así suceda. Es como una droga eso de destrozar, de mutilar, de hundir almas humanas. En cierta forma, lo echabas de menos porque tú eras así.

Te perseguirá en sueños y en vigilias, a través de los planos del tiempo y el espacio, en aquellas ciudades donde el hombre nunca ha estado, donde habitan seres que nadie ha mirado a los ojos. Se te recordará tu pacto, aquel por el cual se te arrebató algo humano y por el cual recibiste la capacidad de fulminar a tus enemigos con tan sólo blandir una vez tu espada. Y te sentirás culpable, pero esa era la letra pequeña de tu maldición. Cortar el aliento por deber de contener el tuyo.

En esta vida, todo se puede considerar una lucha sin cuartel, en la cual siempre tendrás adversarios, enemigos, contrincantes que ansían obtener lo mismo que tú y que estarán dispuestos a todo para lograrlo. Una jungla de instintos, y movimientos audaces que no conllevan fuerza, sino ingenio, estrategia. Donde halles un amigo, dos detractores le seguirán. Donde alguien te tienda la mano, otro te hará caer. ¿En quién confiar, a quién creer, por quién apostar? ¿Qué garantías tienes de que hallarás buenos secuaces? Quizás ellos no sigan tu guerra, quizás tú en el fondo seas como ellos. Pero tú tienes, y has tenido siempre, un objetivo fijo: Decidiste luchar en contra de tu decisión, de tu estigma. Marcada pero rebelde, libre. Así eres tú.

jueves, 16 de febrero de 2012

Buenas tardes

Esta será mi primera entrada, así que es a modo de prueba. Básicamente lo que aquí escribiré será lo mismo que he venido haciendo en otros blogs y demás. Hablaré de mí, pero no de una manera engorrosa, sino de alguna forma aplicándolo a la vida del día a día. No prometo entretener, pero sí enseñar.

Como mucha gente, supongo que he de asumir de primeras que este blog no llegará muy lejos, y sería ser realista. Sin embargo tengo fe en que, quienes se decidan a leerme, encuentren el verdadero valor que pienso inyectar en mis textos.

Doy por concluida mi presentación. Pronto empezaré mi camino como Blogger. Espero teneros ahí cuando ese momento llegue. Gracias.