jueves, 27 de septiembre de 2012

Premières gouttes de pluie.


Grito en silencio casi todo el tiempo y casi nunca te das cuenta. Lloro demasiadas veces y parece como si fuera algo normal o cotidiano. Callo más que hablo, tengo más heridas que cicatrices, pero no las ves. O no quieres verlas. Aún así no soy alguien débil.

Me gustaría que pudieras aprender a valorar y a percibir lo que tienes, a cuidarlo. Yo también sé que debería cambiar muchas cosas, pero al menos sé que he hallado un tesoro. Es obvio.

Escribo como último recurso porque sé que contártelo no va a traer nada bueno. Tan sólo hay que ver nuestros antecedentes. Un desastre. Pero el tiempo avanza y siempre queda en nosotros la esperanza de que mejore, de que pase, de que acabe. Pero permanece y ya no sé qué más debería hacer. Tal vez sonreírte, hacerte creer que nada puede afectarme, que no tengo complejos, que no tengo miedo a que me hagan daño una y otra vez. Eso sería lo mejor, supongo.

Siempre he sido una persona muy caprichosa, egoísta, e injusta. Veía la paja en el ojo ajeno y no en el mío, veía los errores de los demás antes que los míos y los juzgaba como si pudiera hacerlo, y así durante todos estos años. Pero en mi fuero interno me conozco lo suficiente como para saber que si lo hice no fue para herir, sino para enseñar todo aquello que yo jamás voy a aprender. Y no ha servido para nada por lo que veo.

Yo no estaré siempre para decirte qué debes hacer porque después de todo, solamente soy una persona más como tú y como cualquier otro, y tengo unos límites de pensamiento. Si no eres capaz de apreciar lo que se te ha otorgado será que no lo mereces, o que no estás preparado aún. No lo sé.

Estoy cansada de luchar yo sola, pero no dudes que lo seguiré haciendo a pesar de todo eso. A pesar de los repetidos golpes, de las continuas caídas, y de los constantes esfuerzos, continuaré. No me queda otra y dentro de lo que cabe creo que es la mejor opción. Y no lo hago por el qué dirán, o por las críticas, o por hacer creer al mundo que he perdido porque de ser así no sé quién habría ganado. Lo hago por mí, como casi todo lo que hago. Porque sé que yo, si me fallo, será por una buena causa o por lo que creo.

Pero yo seguiré gritando en silencio y tú seguirás sin (querer) darte cuenta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario