Un caleidoscopio de colores que, tras
agitarlo suavemente, muestra cientos de miles de combinaciones
diferentes que se pueden crear con tan sólo unas pocas bolitas de
colores en su interior. Como un laberinto de fantasía que jamás
podrías dejar de observar, esperando el momento exacto en el que se
repitiera la secuencia. Buscarle un fallo, probar que no es tan
increíble como parece, deshacer su mito... Quizás yo sea algo así,
parecida a otras muchas personas pero tan imposible de catalogar, de
zanjar. Diferente a lo semejante y semejante al mismo tiempo, ¿quién
lo podría entender? ¿Quién querría hacerlo? Tan sólo es un
juego, una forma de matar el tiempo.
Y te preguntarás de dónde habrá
podido salir algo así, o quién estaría tan loco como para dar con
la fórmula de algo tan sencillo, curioso y complejo como un
caleidoscopio. Yo creo que, quien debiera haberlo inventado, debía
ser un genio.
Pero ya cosas así no ilusionan porque,
al no entenderlas, todo el mundo tiende a no querer solucionarlas, a
ponerse a prueba ellos mismos. Y lo terminan metiendo en una caja
que, más tarde, adornará otra esquina del trastero. Así pues
digamos que soy un juguete más cubriéndose de polvo en una
estantería. Pero no porque esté roto, sino porque dejé de
interesar, de divertir. El rompecabezas se decidió que era demasiado
dificultoso como para continuar intentándolo.
Sin embargo, su magia, su misterio, su
truco no morirá con el olvido, ni pasará con las estaciones.
Quedará sumido en su sueño tan profundo que se asemejará a la
muerte, pero es tan sólo un eterno sueño que podría terminar
siempre y cuando alguien deseara resolverlo. Unas manos que
investiguen cada parte, cada elemento en su particularidad, que una
las piezas y que descubra el secreto. No es difícil, siempre que
dichas manos sean acompañadas de cierto toque de optimismo e
ilusión. Tan sólo hay que retroceder atrás en el tiempo, cuando
era la inocencia quien guiaba nuestros actos y sentimientos. Jugar
por el simple deseo de divertirse en soledad.
Ahora, por un instante, os invito a que
me acompañéis, a que juguéis conmigo a imaginar. Imaginad que yo,
si yo, soy ese caleidoscopio. ¡Qué locura! Antes lo he conjurado
bajito pero seguramente no lo hayáis percibido. Pensad por un mínimo
y breve instante que yo soy tan extraña como ese objeto. ¿Por
cuántas manos habré viajado, cuánta gente se habrá rendido
conmigo? ¿Por qué no preguntármelo directamente? Si hubo alguien
que halló en dicho truco algo más especial de lo normal. ¿Quién
sabe, es mejor saberlo? ¿Por qué no probar suerte? ¿Hay algo que
perder, entonces?
No hay comentarios:
Publicar un comentario